Este blog tiene como objetivo compartir intervenciones en eventos académicos que no han sido publicadas antes a texto completo, reflexiones de la autora sobre temas relacionados con la historia y la sociología de enfermería y publicaciones en revistas que todavía no son accesibles en Internet.

martes, 5 de octubre de 2010

Humanismo. una fortaleza de enfermería

Ponencia central en el I Congreso Internacional de Enfermería: “La Prospectiva de Enfermería en el escenario mundial”. Puebla (México), Octubre 29 y 30 de 1998.

Publicado en la Revista Investigación en Enfermería. Imagen y Desarrollo. (Bogotá). ISSN: 0124 – 2059. Vol. 1, No. 2, Julio –Diciembre 1999, pp. 7 - 25. Disponible en el Blog: http://analuisa-velandia-mora-publicaciones.blogspot.com/


Por: ANA LUISA VELANDIA MORA

R.N., B.S., M.A., Ph. D., Profesor Especial y Emérito, Universidad Nacional de Colombia.



Introducción

Mi planteamiento central en este escrito es que el humanismo es parte del desarrollo teórico y científico de la profesión. Para sustentarlo, inicio mi exposición con un análisis del pensamiento de enfermería en contraposición al pensamiento médico; en seguida presento una serie de hechos significativos que han tenido influencia en el desarrollo de la enfermería, para posteriormente estudiar las interrelaciones entre disciplina y profesión y su aplicación en enfermería y luego analizo las implicaciones de este nuevo pensamiento de enfermería, para finalmente exponer algunas reflexiones a manera de conclusiones.

Palabras claves: enfermería, humanismo, cuidado, disciplina, pensamiento enfermero, historia, sociología.


El pensamiento de enfermería

Con frecuencia se oye hablar del "pensamiento médico", sea para plantearlo en términos positivos, o para criticarlo. Me refiero aquí al pensamiento de los médicos. Sin embargo, en las ciencias de la salud, si bien "el pensamiento médico" es todavía hegemónico, no es el único, ni abarca a todas las profesiones.

Yo trataré de presentar a Uds. el PENSAMIENTO DE ENFERMERIA, dicho en otros términos, comentar con Uds., cómo pensamos las enfermeras acerca de la salud. Este es un aspecto muy importante, ya que justamente lo que le da identidad profesional a la enfermera es el enfoque humanístico (holístico, le gusta llamarlo a algunas enfermeras), que imprime al cuidado que presta a la salud de los seres humanos. (Velandia, 1997, e).

Hay acuerdo sobre los cuatro conceptos centrales que soportan el desarrollo de la enfermería en lo disciplinar y en lo profesional. Estos cuatro conceptos han sido identificados como: hombre (persona; paciente o usuario y enfermera), contexto (ambiente; del paciente y de la enfermera), salud (vida) y cuidado (acción, intervención, terapéutica) de enfermería.

Algunas enfermeras teoristas (como Martha Rogers) señalan que es imposible separar a la persona de su contexto porque en conjunto forman una unidad, totalmente indivisible. Y en general, hoy se puede decir, que enfermería ya acordó que el sujeto de estudio de la disciplina es el ser humano en unidad con su ambiente, lo cual flexibilizó el concepto de desarrollo teórico derivado de la estrategia: investigación / teoría. (Velandia, 1996).

La evolución de la ciencia de enfermería probablemente no ha seguido la evolución tradicional de las ciencias básicas y de otras disciplinas profesionales, conforme a lo que postulan los filósofos de la ciencia. Entre otras cosas, porque la enfermería actúa en un sistema abierto y como tal debe responder a las demandas de la sociedad. Las acciones de enfermería y de sus usuarios (o clientes) están enmarcadas y modeladas por su ambiente social; por lo tanto, son modificables y cambiantes de acuerdo con las exigencias del contexto.

La práctica existente es la primera fuente de ideas de enfermería y dentro de este contexto el receptor del cuidado de enfermería y el cuidado mismo, inspiraron la teoría.

Manuel Esteban Albert considera que el desarrollo de una disciplina científica no es sólo producto de los presupuestos internos de su objeto ni el precipitado natural, espontáneo y súbito de una sistematización de los enunciados internos o de las representaciones de los fenómenos que estudia. Antes que eso, es siempre, o casi siempre, también el producto de una historia y de una práctica profesional. De tal manera, una disciplina como ciencia debe pensarse y construirse desde a historia, desde la práctica profesional, desde la filosofía de la ciencia, desde la historia comparada de las ciencias. (Citado por Hernández, 1995).

El mismo Albert en el Prólogo al libro de Juana Hernández (1995) Historia de la Enfermería. Un análisis histórico de los cuidados de enfermería; dice: “La naturaleza disciplinar se caracteriza, ante todo, por la existencia de un núcleo conceptual. El conjunto de conocimientos que configuran este núcleo puede surgir de muy diversas formas. En unos casos, la propia naturaleza y organización de los conocimientos establecen el estatuto epistemológico de las ciencias básicas. En ese caso, es la propia naturaleza del conocimiento y su organización lógica la que se impone con evidencia como ciencia.

En otros casos, en cambio, como suele ocurrir en las disciplinas aplicadas, técnicas o prácticas, el proceso de configuración científica procede de una manera determinada en gran medida por factores históricos y sociales. Tal es el caso de las profesiones como la enfermería, que habiendo tenido un origen práctico y asistemático, han ido organizándose a través de los siglos como una actividad o profesión altamente estructurada, con un amplio campo de conocimientos específicos pertinentes a esa práctica, una metodología precisa y definida, y un objeto, material y formal, perfectamente identificable.


Hechos significativos que han tenido influencia en el desarrollo de la disciplina y profesión de enfermería

Hay una serie de hechos que yo considero significativos para la profesión, ya que han influido en su evolución, bien sea de manera negativa o positiva. (Velandia, 1998,a).

Negativos

- El fenómeno, que a mi manera de ver, incidió de manera más negativa en el desarrollo de la enfermería en sus inicios como profesión, tanto en el ámbito mundial como en Colombia, es el hecho de haber sido ejercida principalmente por mujeres; ya que la enfermería cargó con los lastres que han tenido que soportar las mujeres a través de la historia.

Las mujeres sólo muy tardíamente pudieron entrar a la Universidad. En Colombia sólo después de la Reforma Universitaria de 1936, pero tampoco podrían haberlo hecho antes, porque el Bachillerato para mujeres sólo se autorizó a comienzos de la década del 30 y el primer grupo de mujeres bachilleres salió del Gimnasio Femenino en 1936.

Hasta los gobiernos liberales que se inician con Abadía Méndez en 1930, sólo podían votar los alfabetas, que eran un porcentaje muy bajo de la población (a comienzos del Siglo XX el 11%); en ese momento se aprueba el llamado voto universal, llamado así porque cubría a todos los hombres (incluso analfabetas); pero el derecho de las mujeres a elegir y ser elegidas, sólo se aprobó con el Plebiscito de 1957. (Velandia, 1995, c)

La situación a escala mundial, aun cuando no era tan deprimente, tampoco ha sido muy diferente.

- Otro hecho que influyó negativamente, especialmente a escala mundial, fue el hecho de las mujeres haber cedido su cuerpo de conocimientos y su experticia como “sanadoras” (las llamadas brujas), y luego como “parteras” en favor de los hombres (mejor dicho, de los ginecólogos), y el haber dejado de ser “cuidadoras” para convertirse en “auxiliares de los médicos” dentro de la organización institucionalizada de atención a los enfermos.

Ehreinreich y English en su trabajo “Brujas, Comadronas y Enfermeras” pintan muy bien esta situación en el ámbito mundial y consideran que las “sanadoras” de antaño finalmente se vieron reducidas a la condición de enfermeras. “Les arrebataron ancestrales conocimientos, y con ellos, el derecho a la palabra.” (Ehreinreich y English, 1979).

- Otro hecho significativo y muy relacionado con el anterior, es la concepción de la salud que se ha mantenido en el ámbito oficial. Al institucionalizar la salud y centrarla en la curación de enfermedades, el modelo biológico se hizo hegemónico y la atención de salud se medicalizó al decir de Michel Foucault; y dentro de estas condiciones el papel de la enfermera se redujo a apoyar al médico en sus acciones curativas. Al respecto, Ehreinreich y English dicen: “finalmente… (las enfermeras) se vieron reducidas a cuidadoras de enfermos en los hospitales, donde callada, silenciosamente, ejecutan las órdenes de la erudición masculina.”

Estas mismas autoras, ya citadas, se preguntan? ¿Cómo llegamos a nuestra posición actual de subordinación desde nuestra posición de liderazgo? Entre los muchos factores, están: a) la ocupación masculina del cuidado de la salud; b) la supresión de “las brujas” en Europa; y c) el crecimiento de la profesión médica en los hombres en el Siglo XIX en América.” (Se refieren a los Estados Unidos).

- Todo esto puede haber influido en la tendencia a una fuerte normatización, o mejor reglamentación de la rutina, que con frecuencia caracteriza el trabajo de la enfermera, y a lo cual se ha referido Patricia Benner. (Benner, 1987), (Velandia, 1995, b).

Gabriel Restrepo Forero (1982), nos decía: “Un aspecto importante en la organización de los grupos profesionales es lograr la institucionalización de la tolerancia. Una comunidad profesional ha de caracterizarse necesariamente por la pluralidad de roles que puedan ser desempeñados por sus miembros.”

Pero la institucionalización de la tolerancia tiene que ver con otros mitos y dogmas de enfermería que se interponen frente a ella. Veamos: la determinación de áreas de desempeño profesional muy definidas que llevó a formar enfermeras para unos cuantos puestos de trabajo predeterminados: Enfermera Jefe de Sala o Directora de Departamento de Enfermería, y cuando más, Enfermera Jefe de Centro de Salud o Instructora de Escuela de Enfermería, con funciones y actividades tan perfectamente establecidas que podían caber en un Manual de Normas. (Velandia, 1995, b).

- Otro hecho, que puede ser consecuencia de los anteriores, es el mito que nos ha acompañado de que tenemos que demostrar que somos ciencia; lo cual ha hecho menospreciar nuestra condición de profesionales, que es donde radica nuestra fortaleza.

Estoy de acuerdo con Donaldson (1978), cuando dice: “Los campos que enfatizan la investigación aplicada deberían llamarse más correctamente disciplinas aplicadas o ramas aplicadas de las disciplinas académicas, en lugar de llamarse disciplinas profesionales.”

En esto coincido también con Talcott Parsons (1976), cuando habla de dos categorías primarias de profesiones: a) la erudición misma, investigación, fomento del saber, transmisión del conocimiento actualizado; y b) la rama aplicada del conocimiento a actividades prácticas, competencia técnica. Cada uno de estos dos grupos tiene intereses que le son propios; en la rama académica, prima lo cultural; mientras que en la rama aplicada, prima lo social. Yo creo que esto también tiene que ver con la dimensión social de la práctica de enfermería, de que habla María Consuelo Castrillón. (Castrillón, 1997).

La denominación de cada grupo la determinaría su ejercicio: a) los que ejercen la rama académica serían los científicos, encargados de institucionalizar las disciplinas a través del complejo universidad - academia; y los que ejercen la rama aplicada, es decir, la práctica de las disciplinas, serían los profesionales. Por consiguiente, el carácter científico o profesional está dado (más que por el área del conocimiento a que esté dedicado) que por el rol que desempeñe: académico o práctico. (Parsons, citado por Velandia, 1995, b).

Como todo, esto tiene relación con el contexto en tiempo y espacio en que se ha movido la profesión, especialmente a mediados del Siglo XIX cuando empieza realmente a profesionalizarse. Por ello, necesitamos revisar la forma como han venido evolucionando las concepciones sobre ciencia, tecnología, disciplina, profesión.

Si tenemos en cuenta que la clasificación actual de las ciencias se formalizó a mediados del Siglo XIX, cuando estaba en auge la investigación en ciencias naturales y sólo se consideraba como ciencia lo que hacían los científicos de la naturaleza: físicos, químicos, biólogos, y por consiguiente la investigación era experimental y cuantitativa; y que las profesiones, entendidas ahora como disciplinas aplicadas, sólo vinieron a desarrollarse en Europa luego de la revolución industrial y en Colombia luego de la primera guerra mundial y el desarrollo industrial que esto representó para el país; es lógico entender que el desarrollo de una profesión, y especialmente de una profesión femenina no podía darse de manera fácil.

Las ciencias sociales sólo vienen a desarrollarse en el presente siglo y en Colombia luego de la segunda guerra mundial. El desarrollo de las ciencias sociales rompió la concepción de la ciencia como algo relacionado con las ciencias naturales, en donde la experimentación es base de la investigación y sólo son válidas las técnicas cuantitativas. (Velandia, 1998, a)


Positivos

Los aspectos positivos parecen darse por la transformación de algunos de los aspectos negativos.

- El primero tal vez sea la revolución femenina. La situación de la mujer ha venido cambiando de manera significativa. Los movimientos feministas han transformado sus puntos de vista pasando de una discusión de corte biológico sustentada en el sexo, a una concepción más amplia del problema orientada hacia el género como hecho sociocultural. Una nueva dimensión de la mujer de hoy es, entonces, la posibilidad real de producir obras, de realizar un trabajo práctico, de expresarse en cualquiera de los campos del conocimiento, el arte o la técnica; es decir de ser “un hombre” en el sentido universal, esto es, un ser humano integral y para ello (con Simone de Beauvoir) “debe trascender su condición femenina, pero una vez la haya hecho consciente.”

Lo anterior ha implicado la necesidad de un movimiento feminista no para exigir “por el hecho de ser mujer”, sino para demostrar su propio valor como persona, como ser humano. Para la enfermera significa superar la imagen de la “dama de blanco”, que impide su desarrollo y su incorporación plena al equipo de salud, y provomer el ingreso de hombres a la carrera de enfermería y, en general, a las profesiones que han venido siendo consideradas como “femeninas”. (Velandia, 1995, c).

- El desarrollo de las ciencias sociales, que ha contribuido a romper el concepto de ciencia como algo necesariamente relacionado con la “naturaleza” y ha permitido acercarse de manera más integral al hombre, al ser humano como una totalidad. Para este aparte utilizaremos las ideas del Físico Fritjof Capra, expuestas en el capítulo: “La visión mecanicista de la vida”, de su libro: El Punto Crucial (1987).

Según el eminente biólogo Paul Weiss (citado por Capra), “Podemos afirmar definitivamente… basándonos en las investigaciones estrictamente empíricas, que por el mero hecho de reunir una vez más, sea en la realidad o en nuestra imaginación, las partes del universo que hemos disecado en nuestro análisis, no lograremos explicar completamente ni siquiera el comportamiento del sistema viviente más elemental.”

Los biólogos todavía no saben cómo respiramos, cómo regulamos la temperatura de nuestro cuerpo o por qué dirigimos nuestra atención a un objeto y no a otro. Lo mismo podemos decir de la curación de las heridas, de la naturaleza y vías del dolor, que siguen estando en gran medida envueltas en el misterio.

La medicina occidental ha adoptado el sistema reduccionista de la biología moderna, adhiriéndose a la distinción cartesiana y sin tener en cuenta toda la persona del paciente; por consiguiente, los médicos “modernos” se ven incapacitados para entender y también para curar, muchas de las principales enfermedades de hoy. Pero poco a poco, estos médicos han comenzado a plantearse que muchos de los problemas con los que se enfrenta nuestro sistema de salud tiene su origen en el modelo reduccionista del organismo humano sobre el cual se ha apoyado el sistema. Este hecho lo reconocen no sólo los médicos sino también - e incluso más - los enfermeros y otros profesionales de la salud, y también gran parte del público. (Capra, 1987).

Para resolver estos problemas se necesita un nuevo paradigma, una nueva dimensión conceptual que vaya más allá del enfoque cartesiano. Es probable que la visión de sistemas se convierta en la base conceptual de esta nueva biología, como parece insinuar Sydney Brenner (citado por Capra), en sus especulaciones sobre el futuro de la ciencia: “Creo que durante los próximos veinticinco años los biólogos tendrán que aprender otro idioma… Aún no sé cómo se llama ese idioma; de hecho, nadie lo sabe. Pero lo que se trata de hacer, en mi opinión, es solucionar el problema elemental de la teoría de los sistemas elaborados… Y es aquí, donde surge un grave problema de niveles: quizá sea un error creer que toda la lógica se halla a nivel molecular. Tal vez tengamos que ir más allá de los simples mecanismos de relojería.”

En la mayoría de las facultades de salud rara vez se discuten muchas cuestiones fundamentales para la salud, como la alimentación, el trabajo, la densidad de población, y algo aparentemente tan obvio, como la casa, su familia, y por consiguiente hay muy poco espacio para la asistencia preventiva. Incluso, cuando los médicos hablan de prevenir las enfermedades, muchas veces lo hacen dentro del esquema reduccionista del modelo biomédico.

Yo considero, que precisamente porque la muerte y la vida son una unidad dialéctica, no deberíamos hablar de la enfermedad como un contrario de la salud, ellas dos son manifestaciones de la vida, son parte de su esencia; y eso es, lo que en últimas nos interesa, no que una persona tenga o no enfermedades. (Velandia, 1988).

- La transformación de las concepciones en salud; en lo cual necesariamente ha influido el aspecto anterior. La concepción de que el objeto de estudio de las ciencias es el “hombre enfermo” es refutada por la práctica diaria y se acepta cada vez más el planteamiento de que el objeto de estudio, son los conceptos socialmente definidos de salud - enfermedad.

Algunos estudiamos la evolución de los conceptos de nivel de vida, condiciones de vida y calidad de vida; éste último hace referencia a múltiples aspectos de la vida del hombre y supera con creces a los dos primeros conceptos, que venían siendo utilizados.

Vasco (citado por Velandia, 1995, a), considera que la aparición de nuevas y complejas entidades, ha hecho que el lenguaje médico se torne cada vez más prudente, de tal manera que hoy existen menos diagnósticos y más síndromes. Esto significa que cada vez hablamos más de problemas de salud que de enfermedades.

Incluso hoy ya se habla de “deterioro de la vida”, cuyos indicadores hacen más referencia a la calidad de vida. Igualmente se hace énfasis en que la salud y la enfermedad sólo tienen realidad dentro de la polaridad vida - muerte y se propone la utilización de la categoría proceso vital humano que conlleva los niveles e interacciones biológico - sociales, e individual - colectivo.

“El tipo de asistencia primaria tiene hoy sus más firmes partidarios en los enfermeros, que se hallan en primera fila en el movimiento sanitario holístico. En la actualidad, un número cada vez mayor de enfermeros deciden ejercer como terapeutas independientes y no como asistentes de médicos y abordan su actividad de manera holística… En este sistema, los médicos desempeñarán el papel de especialistas: recetarán medicinas y realizarán intervenciones quirúrgicas en casos de emergencia, tratarán los huesos fracturados y practicarán toda la gama de intervenciones médicas para las que el enfoque biomédico resulta adecuado y puede ser fructífero… La instrucción universitaria se concentrará mucho más en la terapia familiar y en la atención de salud practicada en los ambulatorios: esto es, en la comprensión del paciente como persona.” (Capra, 1987; 395).

- El desarrollo de las profesiones, coherente con el desarrollo tecnológico, que hace presumir un auge del trabajo profesional a comienzos del Siglo XXI. Las ideas de Kuhn del desarrollo por cambios definitivos de paradigmas, están siendo reemplazadas por la idea de transformación constante, de acumulación del conocimiento. Las exigencias de la sociedad están más orientadas a la solución de los problemas concretos; lo cual tiene que ver con la profesión, una de cuyas características cruciales es la capacidad de diseño, es decir, de producir tecnología, de innovar; en últimas, de hacer puente entre la ciencia y la técnica, renovándola permanentemente de manera científica. (Velandia, 1996). El efecto tendrá que ser un trabajo más profesional, es decir más independiente, más sustentado en decisiones propias y oportunas.


Las interrelaciones Disciplina – Profesión

Una ciencia fáctica particular, tal como la bioquímica o la historia social, se caracteriza por tener los siguientes componentes: una comunidad de investigadores, una sociedad que apoya o al menos tolera su actividad, dominio o universo de un discurso, una concepción general o filosófica, un fondo formal o sistema hipotético - deductivo, un fondo específico (colección de datos, hipótesis, teorías y métodos, obtenidos en las ciencias y tecnologías relacionadas), una problemática, un fondo de conocimiento acumulado (histórico), objetivos, una metódica, componentes cambiantes (dinámica), y parientes próximas. (Bunge, 1985)

Por otra parte, considerando la definición que el Diccionario Oxford da de disciplina, como una rama de instrucción o educación, un departamento de aprendizaje del conocimiento (Donaldson y Crowley, 1978), podríamos decir que la enfermería si es una disciplina, ya que ella es una rama del conocimiento que se enseña en facultades o departamentos de universidades o instituciones de educación superior.

Pero, como dijimos en el primer aparte de este escrito, para poder actuar con discernimiento, con criterio profesional, necesitamos una fuerte argumentación conceptual, trabajar sobre nuestro objeto epistémico profundizar en las tres dimensiones cuya comprensión es esencial para el estudio de nuestra identidad: el ser, que se refiere a nuestro Ethos, a su indagación filosófica, al humanismo; el saber, que tiene que ver con la claridad teórica y metodológica, con el conocer; y el hacer, o quehacer, que se relaciona con el ejercicio profesional y que tiene su origen en la prestación de un servicio a la población. (Velandia, 1995, b), (Velandia, 1997, c).


El ser se refiere a nuestro Ethos, a su indagación filosófica, al humanismo que tiende a la comprensión de la sociedad en que vivimos; es la “actitud ante la vida o posición existencial dentro de la cual se debe desenvolver el desarrollo disciplinar y de servicios humanos.” (Trujillo, 1986).

El saber (conocer), tiene que ver con la claridad teórica y metodológica; con la disciplina, la cual se refiere al “campo científico en el que se investigan determinados aspectos de la realidad con el propósito de generar, utilizar y difundir el conocimiento.” (Trujillo, 1986).

El hacer (el quehacer), es el ejercicio profesional, que tiene su origen en la prestación de un servicio a la población. Este desempeño ha venido evolucionando simultáneamente con los componentes teóricos e investigativos que configuran una disciplina en desarrollo.

Un aspecto importante a considerar es el hecho de que enfermería tiene tanto aspectos científicos como aspectos afines con las artes; tal vez por ello, se la había considerado como una técnica, pero los esfuerzos que se están haciendo por profundizar en temas como la teoría del conocimiento y el producir teorías y tecnología de enfermería que den solución a los problemas del quehacer diario, nos constituyen en una disciplina profesional.

La meta final del desarrollo teórico de enfermería es el desarrollo de teorías que guíen el cuidado de enfermería que se brinda a los pacientes. Varios modelos y conceptualizaciones teóricas hacen referencia a este aspecto terapéutico dentro de sus desarrollos: el uso de la empatía, la estimulación por tacto (toque terapéutico), el rol suplementario, la manipulación de los estímulos residuales, focales y contextuales.

Al considerar a enfermería como una disciplina profesional su conocimiento debe orientarse a dar sustento y respuesta a las necesidades de la práctica. Si los conocimientos que genera la disciplina no suplen las necesidades de la práctica no habrá un desarrollo coherente y que permita la evolución de la profesión. Sin embargo, la disciplina debe gobernar la práctica clínica en lugar de ser definida por ésta. (Donaldson y Crowley, 1978).

Es aquí donde se necesita tanto a la enfermera que crea la teoría como a la que se desempeña brindando directamente atención, ya que cada una desde su ámbito contribuye al desarrollo de enfermería. Como dice Jacobs (1978), “nadie puede pretender encarnar la totalidad de enfermería: ser practicantes y académicos a la vez, esto sólo se puede lograr colectivamente.”

Ya que el profesional de enfermería se mueve en un campo del conocimiento que le es propio, el cual combina las dimensiones disciplinarias y de prestación de servicios, contextualizadas de acuerdo a una visión humanista de la realidad; esto significa que debemos profundizar en los análisis filosóficos (ontológicos), epistemológicos, metodológicos y de aplicación práctica. (Velandia, 1995, b).

Un aspecto a considerar aquí, es la confusión que se ha tenido entre disciplina profesional y práctica profesional, puesto que la disciplina hace referencia al conocimiento aplicado en una rama específica del saber, y la práctica, es el desempeño y la técnica, es decir el quehacer.

La práctica soluciona problemas del aquí y el ahora del individuo al cual atiende, mientras que la disciplina entrelaza el pasado, el presente y el futuro mediante un cuerpo de conocimientos que dan argumentos para el desempeño no sólo en el ámbito hospitalario, comunitario, gerencial, educativo e investigativo o en cualquier otro donde la enfermera busque desarrollar ese conocimiento.

La competencia profesional va más allá de lo que se requiere para dar cuidado de salud a un individuo, para la preparación de futuras practicantes y la conducción de investigación sistemática. La competencia comprende por parte del profesional el entender la sociedad con suficiente amplitud para que pueda colocar la práctica dentro de un contexto social y la necesidad de tener habilidades de liderazgo. (Donaldson y Crowley, 1978).

Aquí es oportuno recordar la diferencia que planteó Gramsci (y que luego desarrolló Foucault), entre profesional e intelectual: el primero, el profesional, es quien asume una profesión como la forma de ganarse la vida; el segundo, el intelectual, es quien mira el mundo desde su profesión, y desde ella se compromete con el desarrollo de la sociedad.

De hecho, la profesión no es algo que la universidad confiere, ser profesional no tiene que ver sólo con las “credenciales”, ser profesionales es aceptar un compromiso y hacerlo de la mejor manera posible para defender los intereses del usuario de nuestros servicios.

Aquí, tal vez nos ayude la diferenciación entre el Técnico y el Profesional, que hiciera la Dra. Marsha Fowler en su intervención en el XII Coloquio Nacional de Investigación en Enfermería en Mayo de 1995 en Bucaramanga, en esa oportunidad, planteaba ella que el compromiso del técnico es con el cargo que ocupa y el del profesional, lo es con su profesión.

Es por ello, que hoy estamos planteando la necesidad de pasar de la profesionalización al profesionalismo. Entendemos la profesionalización como “el fenómeno de reconocimiento social a las ocupaciones que han logrado o buscan un status profesional” (Rodger, citado por Velandia, 1995, a); y el profesionalismo como una de las formas institucionalizadas de control ocupacional, o como actitudes profesionales o atributos actitudinales, algunas de las cuales serían las siguientes: uso de la organización profesional como principal referente, creer en el servicio público, creer en la autorregulación, poseer un sentido de vocación y tener un sentido de autonomía. (Hall, citado por Velandia, 1995, b).

De tal manera, el profesionalismo tiene más que ver con el concepto de intelectual de Gramsci y de Foucault o con las ideas de desempeño laboral motivante, es decir en el cual se obtengan beneficios psicológicos y no sólo económicos, de Yankelovich (Citado por Velandia, 1995, b), y menos con indicadores de transformación de una ocupación en profesión aceptada socialmente como tal, aun cuando sus miembros no se sientan “realizados” a través de su desempeño.

Esto implica también hacer una historia tanto externalista como internalista de nuestra profesión. La perspectiva externalista o de enfoque sociológico, utiliza categorías de la sociología de las profesiones para organizar la información y establecer relaciones, para entender e incluso arriesgar explicaciones sobre las transformaciones que ocurren en el momento dado y en un contexto determinado. La perspectiva internalista o epistemológica, trabaja sobre la construcción de un tipo de saberes y de práctica, analizando los cambios teóricos y metodológicos que sustentan esos saberes y prácticas de una disciplina o profesión. (Velandia, 1997, a).

Algunos autores se han manifestado últimamente al respecto. Obregón (1993), dice: “En América Latina hacer una historia de los conceptos de las diversas ciencias referida a su construcción y atendiendo a la lógica interna de las teorías resulta impropio, dadas nuestras condiciones. Esta posición metodológica es lo que los historiadores anglosajones de las ciencias han señalado con el nombre de historia internalista. Tampoco se trata de llegar al extremo de hacer una historia externalista, es decir, una historia que señale el contexto económico, social y político del desarrollo de las ciencias (o de las profesiones), pero que olvide el objeto mismo de la historia social de las ciencias, sin tocar para nada el contenido.

Emilio Quevedo entra a terciar en la discusión, y tratando de dirimir este conflicto (COLCIENCIAS, 1993: 220 -222), plantea: “Trabajar en el problema de la construcción de un objeto de estudio es comprender el proceso social de la constitución de modelos explicativos de una realidad. Dicho problema tiene que ser abordado por un equipo multidisciplinario y profesional, en el cual el profesional historiador de la disciplina o profesión que va a ser estudiada debe desempeñar un papel central, pero necesariamente apoyado por los profesionales de las ciencias sociales, para poder encontrar la coherencia entre cada uno de estos problemas y superar así la polémica entre externalismo e internalismo que tiene bloqueado el futuro de diversas disciplinas.” (El subrayado es nuestro.)

Para mí, la historia de la profesionalización de la enfermería tendría más que ver con el enfoque sociológico o perspectiva externalista; y la historia del profesionalismo de la enfermera, se relaciona más con una mirada epistemológica a la evolución de la profesión. (Velandia, 1997, a).


Implicaciones de este nuevo pensamiento

Al analizar la conceptualización "moderna" de la enfermería, uno se pone de acuerdo con Toulmin, cuando dice: "Las ideas regentes en un momento dado del desarrollo de las ciencias sociales en el Siglo XX, tienden a mostrar más semejanzas con aquellas aparecidas con uno o dos siglos de anterioridad, que con aquellas de la generación previamente anterior." (Velandia, 1998, b)

Enfermería, de alguna manera, logró en medio de vicisitudes, sustentar una concepción integral del objeto de estudio, lo cual le ha permitido capitalizar para la disciplina profesional, riqueza y complejidad; sin separar totalmente la teoría de la práctica y mantener, a pesar de sus detractores, contacto cercano con el "arte de enfermería".

Esta concepción debe conservarse, sin importar cual sea el soporte filosófico que sustente el desarrollo científico y la investigación; así no habrá dicotomías entre la ciencia y el arte de enfermería, la profesión en sí misma y la disciplina, el hacer y el saber, el cuidado y la curación, la práctica y la teoría, lo subjetivo y lo objetivo, la mente y el cuerpo, lo ontológico y lo epistemológico.

Hoy en día, la forma restringida del enfoque teórico positivista no es compatible con la filosofía de la enfermería, o al menos por la que la mayoría de enfermeras abogan. El reduccionismo, la causalidad, el mecanicismo, la miniconcentración y objetividad, están en franca contraposición con la conceptualización de enfermería que se caracteriza por la integralidad, el holismo, lo trascendente, lo contextual y lo ecológico con relación al ser humano.

Para muchos autores el fantasma de la visión tradicional ha detenido el avance de la ciencia de enfermería. Como resultado muchos aspectos holísticos de enfermería se han ignorado porque no son reducibles, cuantificables u objetivos. Los problemas mirados desde el punto de vista positivista se reducen a tal punto, que elementos fundamentales del entorno son despreciados y así se minimizan factores trascendentales.

Enfermería tolera varios enfoques conceptuales y la apertura de posibilidades de utilización de metodologías cualitativas, generadoras de teoría y de metodologías cuantitativas probadoras de la misma, y esto facilita el avance del desarrollo de la ciencia de enfermería. Es así como las investigadoras de enfermería incursionan por aquellas sendas de la ciencia que aseguren la coherencia y el soporte filosófico adecuado al cuestionamiento científico. (Durán de Villalobos, 1998).

La preocupación por la rigurosidad cuantitativa de los años sesenta y setenta, ha dado paso al renacimiento del sentido y la percepción de las experiencias y la aceptación de los diseños alternos de investigación tales como la etnografía, la teoría fundamentada y la fenomenología, entre otros. La investigación sobre enfermería fenomenológica es ejemplo de un tipo de investigación cualitativa en el cual el proceso de escritura desempeña un papel integral. Para el investigador fenomenológico, la escritura en sí misma es investigación.

Una línea importante de avance de la crítica al empiricismo es la recuperación de ese rico instrumental generado principalmente por la antropología, la etnografía y la historia, utilizando las técnicas biográficas de evocación y análisis del discurso.

Breilh considera que esta nueva tendencia en la investigación en salud, frente a las modalidades extensivas de encuesta y cuantificación, es un efecto de la influencia de las ciencias sociales y la consecuente pérdida de la influencia de las “ciencias de la naturaleza”. (Breilh, citado por Velandia, 1997, a)

Por ejemplo, la nueva historia de que se habla hoy, es entendida como una ampliación del territorio de lo que tradicionalmente hemos llamado historia. Después de conocer los hombres, las estructuras sociales en que viven, cómo producen bienes, de qué manera los distribuyen, a quiénes benefician; tenemos que comprender cómo fueron vividos esos hechos, la manera de sentirlos que tuvieron esos hombres, así como sus medios materiales, las relaciones entre hombres y cosas, hombres y entornos, hombres y herramientas, hasta penetrar en su vida auténtica, la "cotidianidad". (Tuñón de Lara, en Velandia, 1997, a)

Indudablemente aquí tiene cabida la historia de la familia, la historia del barrio, de la vereda, de las personas; la historia de la sexualidad, pero también la historia de la alimentación, de los muebles, del clima, del vestido, etc.

Lo que se puede observar por medio de estas técnicas intensivas son los “patrones de individualización” de las prácticas y concepciones: historias de vida, análisis de la historia y movimientos de los grupos (familias, grupos laborales, vecindario) a quienes están ligados los informantes; conformando así una historia local.

La exploración de los modelos fundamentales de conocimiento en enfermería: empírico (ciencia), ético (moral), personal (individuo) y estético (arte); ha conformado la conceptualización actual de la enfermería, una profesión vista por la sociedad como crecientemente competente y confiable, con base científica, fuerte tradición moral y una comprensión creciente del poder del conocimiento personal que las enfermeras comparte en el cuidado de sus pacientes. (Carper, citado por Merkle Sorrell, s.f.).

Dentro de esta conceptualización de enfermería, sin embargo, las formas estéticas de conocer son reflejadas sólo en forma tenue. La literatura reconoce la importancia del "arte de la enfermería", lo mismo que de la ciencia de enfermería, pero se ha escrito mucho más acerca de la "ciencia del hacerlo bien", que acerca de la búsqueda de nuevas comprensiones a través de formas estéticas del conocimiento.

El conocimiento estético se identifica a menudo con el arte de la enfermería. Incorpora un modelo único de comportamiento que ofrece enriquecimiento a nuestra comprensión de la experiencia de enfermería, que no es accesible por otras formas de conocimiento.

El proceso de escribir nos ayuda a recuperar importantes experiencias subjetivas en enfermería, mientras reflexionamos intuitivamente en estas experiencias, creando introspecciones e interpretaciones que promueven formas estéticas de conocimiento.

Una revisión global de investigación en composición indica que durante muchos años el enfoque fundamental se dio sobre el producto escrito, más que sobre el proceso. El enfoque sobre el proceso mismo de la escritura, ha llevado a nuevas comprensiones acerca de cómo la escritura puede mejorar el descubrimiento del conocimiento.

Se puede utilizar gran variedad de formas de escritura expresiva y poesía para producir modelos estéticos de conocimiento en enfermería, incluyendo la narrativa, los periódicos, las cartas, la ficción y la poesía.

Proust utilizaba la narrativa para formar conocimiento estético a través de su recuerdo de cosas del pasado. En Enfermería y en otras disciplinas la narrativa está recibiendo énfasis creciente como modo de investigación de reflexiones sobre experiencias del pasado.

La aproximación fenomenológica a la entrevista, en la cual se pide a los participantes relatar un incidente crítico de su vida o una forma ejemplar de su práctica de enfermería, puede evocar profundas experiencias. Sin embargo, aunque la mayor parte de la literatura en enfermería trata la narrativa oral, el uso de la narrativa escrita ofrece el único puente para la reflexión sobre el pasado.

La escritura narrativa no es sólo un método literario para hacer más dramático o interesante un texto; la narrativa en sí misma es un ejemplo de teorización práctica y funciona como un caso de reflexión experimental.

La naturaleza personal de la escritura periodística ofrece una rica fuente al conocimiento estético por cuanto el escritor recupera y forma experiencias pasadas por medio de la reflexión. Fenomenologistas como Husserl y Heidegger conformaron su conocimiento fenomenológico sobre el tiempo por medio de los registros del Diario de San Agustín.

Cartas escritas a los amigos, a familiares o a audiencias hipotéticas (los trabajos de Isabel Allende, son un ejemplo de este tipo de escritura), pueden utilizarse para promover conocimiento estético en enfermería. Por ejemplo, escribir una carta a una enfermera del Siglo XIX (o del XXI) estimula al escritor a imaginar "los espectáculos y sonidos" de la enfermería de esa época. La validación empírica de la "verdad" carece de sentido en el conocimiento estético. Más que verdad el escritor (o el lector) busca el sentido o la comprensión de la experiencia escrita. La ficción es una forma de escritura excitante para que las enfermeras la exploren.

Las narraciones de las enfermeras al reflexionar sobre algún incidente importante de su práctica de enfermería, reflejan un conocimiento especial que no proviene del intelecto, sino de los sentidos. La cualidad estética del conocimiento de esas enfermeras es evidente en la forma como han integrado sus percepciones de la experiencia, reuniendo detalles dispersos en un todo, ayudando al lector a experimentar con el escritor el poder del conocimiento estético.

Requiere sólo un momento notar que la mayoría de escritos de los médicos, de las enfermeras, de los educadores y de los investigadores, es de tipo transaccional o de trabajo, es decir escrita para informar, persuadir o instruir a una audiencia. La mayoría de nosotros, tanto de niños como de adultos, no hay duda, hemos tenido una carencia de exposición a este tipo de escritos, y la escritura expresiva y poética no son parte integral de nuestra vida profesional, porque tampoco lo fueron de nuestra formación profesional. Y aun cuando a veces sí lo fueron de la educación secundaria; se quedaron perdidas en la memoria como "experiencias juveniles" o "pecados literarios."

El deseo de construir una fuerte base científica de conocimiento en enfermería, no tiene porque oscurecer los apuntalamientos estéticos más elusivos. El proceso escrito ofrece un medio valioso para el conocimiento estético, mientras la mano, el ojo y el cerebro juntos crean sentidos: "Para la mayoría de los escritores el acto de trazar palabras sobre el papel no es el registro del descubrimiento, sino el acto de exploración en sí. (Merkle Sorrell, s.f.).

Y sabemos que con frecuencia, puede resultar más valioso el "proceso" que el mismo resultado.


Reflexiones finales

Con demasiada frecuencia se escuchan protestas sobre la baja imagen social de la enfermera; yo desde hace más diez años, tal vez desde cuando me adentré de manera sistemática en el análisis sociohistórico de la profesión de enfermería, vengo planteando que hay necesidad de partir del hecho de tener una buena autoimagen.

Curtin (1982) habla de un balance decente. Yo, después de diez años de investigación permanente sobre nuestra historia, tengo la misma impresión acerca de la profesión. Hay muchos indicadores de profesionalización (si eso es lo que nos interesa) que sería dispendioso mencionar: formación académica, asociaciones, publicaciones, reglamentación.

Habla también ella de una tradición orgullosa. De ello hablan las enfermeras de todo el mundo que han descollado en el ámbito nacional e internacional por su práctica altamente profesional, por sus cargos en organizaciones gremiales, por sus cargos en instituciones de salud, de educación y en general relacionadas con el bienestar de las personas.

Realmente, quisiera oír hablar menos de los problemas de la enfermería y más de sus bondades… y lo mismo esperan nuestros estudiantes.

- Por otra parte, me parece que el circunscribir el quehacer profesional a las cuatro áreas de desempeño que tradicionalmente hemos considerado: asistencia, administración, docencia e investigación; reduce el campo de acción de los profesionales de enfermería, es decir, limita su quehacer, y de tal manera va en contra de uno de los principios para el desarrollo profesional, la pluralidad de roles. (Restrepo, 1982).

En mi concepto personal, la enfermera tiene responsabilidades en tres campos de acción unidos en forma inextricable: su ejercicio profesional como en enfermera (así, grande, sin cortapisas), su condición de trabajador de la salud y sus deberes y derechos como ciudadano. (Velandia, 1985), (Velandia, 1995, b).

Yo considero, además, que para comprometerse con la profesión, la enfermera no puede quedarse en el marco estrecho de su quehacer profesional, de su área de desempeño, de las funciones que cumple; si no que necesariamente tiene que ir más allá; su compromiso no podrá ser sólo con su grupo profesional, sino también con el usuario y, en general, con el país. (Velandia, 1985).

- Tenemos que dejar nuestro afán compulsivo por demostrar que somos ciencia. Esto ha hecho menospreciar nuestra condición de profesionales, que es donde radica nuestra fortaleza, y por lo tanto nuestra identidad.

Esto implica otra perspectiva de análisis de la profesión, el profesionalismo. El profesionalismo tiene más que ver con el concepto de “intelectual” de Gramsci y Foucault, o con las ideas sobre el desempeño laboral de Yankelovich, y menos con indicadores de transformación de una ocupación en profesión.

Vale decir, trabajar más por nosotros mismos, por nuestra satisfacción personal y la de los usuarios de nuestros servicios; preocuparnos más por la calidad del cuidado que brindamos. que por el status de la profesión, el vendrá como un efecto de nuestro profesionalismo. (Velandia, 1997, d).


Bibliografía

Benner, Patricia. (1987) Práctica progresiva en enfermería. Barcelona: Edit. Grijalbo, Colección Enfermería y Sociedad.

Bunge, Mario. (1985) Seudociencia e ideología. Madrid: Alianza Editorial.
Capra, Fritjof. (1987) El punto crucial: ciencia, sociedad y cultura naciente. Barcelona: Rutas del Viento.

Capra, Fritjof. El Punto Crucial. Barcelona: Editorial Rutas del Viento, 1985.
Castrillón, María Consuelo. (1987) La Dimensión social de la práctica de enfermería. Medellín: Universidad de Antioquia, Yuluka - Enfermería.

Curtin, Leah L. (1982) “La autoimagen de la enfermera.” EN: ANEC. Fundamentos conceptuales de la profesión de enfermería. Folleto No. 2: Enfermería como profesión, pp. 48 - 50. Bogotá, 1986.

Chompré, Rosení. “Innovaciones en la formación de profesionales de enfermería.” Conferencia en el Seminario Tendencias de la Educación de Enfermería. Bogotá: ICFES - ACOFAEN, Feb. 1997.

Donaldson, Sue K. Y Crowley, Dorothy M. “La disciplina de enfermería.” EN: Nursing Outlook, Feb 1978, 26 (2) 113 - 120. Trad. de Edilma de Reales.

Durán de Villalobos, María Mercedes. Enfermería: Desarrollo teórico e Investigativo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1998.

Ehrenreich, Bárbara y English, Deirdre. “Brujas, comadronas y enfermeras.” EN: Enfermedad y Sociedad. Trad. Alberto Vasco U. Medellín: De. Hombre Nuevo, 1979, pp. 148 - 171.

Hernández Conesa, Juana. Historia de la Enfermería. Un análisis histórico de los cuidados de enfermería. Madrid: Interamericana McGraw - Hill, 1995.

Jacobs, Maeona K. y Heuter, Sue E. “Ciencia de enfermería: enlace de teoría - práctica.” EN: Avances en la Ciencia de Enfermería, 1978. Trad. de Edilma G. de Reales.

Merkle Sorrell, Jeanne. "Recuerdo de cosas pasadas a través de la escritura: modelos estéticos del conocimiento en enfermería." (Sin referencias bibliográficas).

Parsons, Talcott. “Profesiones liberales.” EN: Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales, Vol. 8. Madrid: Edit. Aguilar, 1976, pp. 538 - 547.

Quevedo, Emilio. (1993) Historia Social de las Ciencias en Colombia. Tomo I: Fundamentos Teórico - Metodológicos. Bogotá: COLCIENCIAS.

Restrepo Forero, Gabriel. “Profesiones y estructura social.” Rev. ANEC (Bogotá), Año XV, No. 35 - 36, Ene - Ago 1982, pp. 14 - 28.

Trujillo R., Alicia. “Reflexiones sobre la identidad del terapeuta ocupacional.” Ponencia presentada ante el V Congreso Colombiano de Terapia Ocupacional, Septiembre de 1986.

Velandia, Ana Luisa. “Tres campos de acción de la enfermera: como profesional, como trabajadora y como ciudadana.” Rev. ANEC (Bogotá), Año XVI, No. 44, Jul - Dic 1985, pp. 22 - 23.

Velandia, Ana Luisa. “Las ciencias biológicas y sociales en la formación de los profesionales de la salud.” Panelista en la Semana Universitaria, Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, Septiembre 22 de 1989.

Velandia, Ana Luisa. “La formación de los profesionales de la salud orientada hacia el sujeto de atención y no hacia su problema médico.” Ponencia aceptada para ser presentada en el 6º. Congreso Latinoamericano y 8º. Mundial de Medicina Social. México: Universidad de Guadalajara, 1995, a)

Velandia, Ana Luisa. “Análisis crítico de las áreas de desempeño del profesional de enfermería.” EN: RED, Red de Enfermería de América Latina. Bogotá, Diciembre de 1995, b), pp. 2 - 7.

Velandia, Ana Luisa. Historia de la Enfermería en Colombia. Bogotá. Ediciones de la Universidad Nacional, (1995, c).

Velandia, Ana Luisa y Díaz, Luz Patricia. Evolución histórica y estado actual de la enfermería a nivel mundial, como profesión y como disciplina. Trabajo dentro de la Asignatura del Programa de Maestría: Teorías y Modelos en Enfermería. Santafé de Bogotá, Octubre de 1996.

Velandia, Ana Luisa. Investigación Histórica en Enfermería. Conferencia central en el Taller "Investigación sobre Historia de la Enfermería", dentro de Precoloquio organizado como parte de la programación general del XIII Coloquio Nacional de Investigación en Enfermería. Medellín, Mayo 14 a 16 de 1997, a).

Velandia, Ana Luisa. "Tendencias y Perspectivas de la Enfermería Colombiana". Conferencista invitada en el Simposio Paradigmas Básicos de Enfermería. Táriba (Venezuela), Julio de 1997, b)

Velandia, Ana Luisa. "Reflexión teórica y prospectiva del pensar de enfermería". Ponente central invitada en el X Encuentro Nacional de Estudiantes de Enfermería. Bucaramanga, Agosto 15 a 18 de 1997, c)

Velandia, Ana Luisa. “Análisis prospectivo de la enfermería colombiana frente a las nuevas tendencias en salud y educación en América Latina.” Intervención como invitada a la Reunión del Grupo de Consulta para desarrollar un Plan de Enfermería para 1998 –2002. Washington, Octubre 1 a 3 de 1997, d)

Velandia, Ana Luisa. "El pensamiento de enfermería y su influencia en las nuevas tendencias en investigación en salud." Participación en un Panel dentro de la Cátedra Manuel Ancízar de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, Octubre 26 de 1997, e)

Velandia, Ana Luisa. “Futuro e identidad de enfermería con base en el cuidado - Una historia prospectiva del cuidado de Enfermería en Colombia. Capítulo del libro: Cuidado de Enfermería. Bogotá: Facultad de Enfermería, Universidad Nacional de Colombia. Septiembre de 1998, a).

Velandia, Ana Luisa. Presentación del libro: Enfermería: Desarrollo teórico e investigativo, de María Mercedes de Villalobos. Bogotá: Facultad de Enfermería, Universidad Nacional de Colombia, Septiembre de 1998, b)

2 comentarios:

  1. me llama la atención la reflexión en relación a la imagen de la enfermera; a esto le puedo agregar que una de las razones de yo ser enfermera, era precisamente la gran imagen representativa que hace unos 30 años tenía la enfermera, era de orgullo, dé respeto, valores entre otros; Será que la globalización, el estudiar y estudiar nos hace ser dura ,y lastimarnos unas a otras. Cómo podemos hablar de humanidad ? si entre nosotras misma no lo hay.
    Por algo a nivel mundial se ha desarrollado una fuerte campaña, positiva por cierto, en relación a la humanización.
    Virginia

    ResponderEliminar
  2. Porque en los usuarios se visibiliza un cuidado inhumano, y en enfermería se habla de rescatar el cuidado humanizado?. En que circunstancias dejó de ser humano? Es responsable la globalización, el tipo de economía de libre mercado? Cómo estamos formando a las nuevas enfermeras? Cuando seremos coherentes con lo que profesamos y dejemos de formarlas bajo el modelo biológista, y lo hagamos basados en el cuidado?. Considero tema de muchas reflexiones.
    Patricia Bolaños

    ResponderEliminar