Este blog tiene como objetivo compartir intervenciones en eventos académicos que no han sido publicadas antes a texto completo, reflexiones de la autora sobre temas relacionados con la historia y la sociología de enfermería y publicaciones en revistas que todavía no son accesibles en Internet.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El cuidado de enfermería como objeto de estudio

Conferencia Oficial en el Primer Congreso sobre Investigación en Enfermería. Puebla (México), Septiembre 18 y 19 de 2000

Por: ANA LUISA VELANDIA MORA
Enfermera General de la Cruz Roja
Licenciada en Ciencias de Enfermería
Magister en Administración de la Universidad Nacional de Colombia
Ph. D. Instituto de Medicina Sanitaria de San Petersburgo (Rusia)
Profesor Especial y Emérito, Universidad Nacional de Colombia

Resumen
Este trabajo se divide en cuatro partes: una primera parte de análisis teórico del cuidado de enfermería; una segunda parte de aplicación a la educación y la investigación, una tercera parte de análisis prospectivo y una cuarta parte de reflexiones.
La parte de análisis teórico estudia las interrelaciones entre disciplina y profesión, el pensamiento de enfermería y las implicaciones de este nuevo pensamiento.
La parte de aplicación analiza las tendencias en el cuidado de enfermería para luego plantear los cuidados de enfermería como objeto de enseñanza y como objeto de investigación. La parte de análisis prospectivo estudia el futuro e identidad de enfermería con base en el cuidado y en la cuarta parte se presentan las reflexiones finales de la autora.

Palabras claves: enfermería, cuidado, profesión, educación, investigación.

Interrelaciones disciplina – profesión

Considerando la definición de disciplina del Diccionario Oxford: como una rama de instrucción o educación, o como un departamento de aprendizaje del conocimiento (Donaldson y Crowley, 1978), podríamos decir que la enfermería si es una disciplina, ya que ella es una rama del conocimiento que se enseña en facultades o departamentos de universidades o instituciones de educación superior.

Pero para poder actuar con discernimiento, con criterio “profesional”, necesitamos una fuerte argumentación conceptual, trabajar sobre nuestro objeto epistémico, profundizar en las tres dimensiones, cuya comprensión es esencial para el estudio de nuestra identidad: el ser, el saber y el hacer.

El ser se refiere a nuestro Ethos, a su indagación filosófica, al humanismo que tiende a la comprensión de la sociedad en que vivimos; es la “actitud ante la vida o posición existencial dentro de la cual se debe desenvolver el desarrollo disciplinar y de servicios humanos.” (Trujillo, 1986).

El saber (conocer), tiene que ver con la claridad teórica y metodológica; con la disciplina, la cual se refiere al “campo científico en el que se investigan determinados aspectos de la realidad con el propósito de generar, utilizar y difundir el conocimiento.” (Trujillo, 1986).

El hacer (ó el quehacer), es el ejercicio profesional, que tiene su origen en la prestación de un servicio a la población. Este desempeño ha venido evolucionando simultáneamente con los componentes teóricos e investigativos que configuran una disciplina en desarrollo.

Un aspecto importante a considerar es el hecho de que enfermería tiene tanto aspectos científicos como aspectos afines con las artes; tal vez por ello, se la había considerado como una técnica, pero los esfuerzos que se están haciendo por profundizar en temas como la teoría del conocimiento y el producir teorías y tecnología de enfermería que den solución a los problemas del quehacer diario, nos constituyen en una disciplina profesional.

Al considerar a enfermería como una disciplina profesional, su conocimiento debe orientarse a dar sustento y respuesta a las necesidades de la práctica. Si los conocimientos que genera la disciplina no suplen las necesidades de la práctica no habrá un desarrollo coherente y que permita la evolución de la profesión. Sin embargo, la disciplina debe gobernar la práctica clínica en lugar de ser definida por ésta. (Donaldson y Crowley, 1978). Sin embargo, como veremos más adelante, otros consideran que la práctica prima y antecede a la teoría.

Es aquí donde se necesita tanto a la enfermera que crea la teoría como a la que se desempeña brindando directamente atención, ya que cada una desde su ámbito contribuye al desarrollo de enfermería. Como dice Jacobs (1978), “nadie puede pretender encarnar la totalidad de enfermería: ser practicantes y académicos a la vez, esto sólo se puede lograr colectivamente.”

Ya que el profesional de enfermería se mueve en un campo del conocimiento que le es propio, el cual combina las dimensiones disciplinarias y de prestación de servicios, contextualizadas de acuerdo a una visión humanista de la realidad; esto significa que debemos profundizar en los análisis filosóficos (u ontológicos), los epistemológicos, los metodológicos y los de aplicación práctica. (Velandia, 1995,c).

Un aspecto a considerar aquí, es la confusión que se ha tenido entre disciplina profesional y práctica profesional, puesto que la disciplina hace referencia al conocimiento aplicado en una rama específica del saber, y la práctica, es el desempeño, la técnica, es decir el quehacer.

La práctica soluciona problemas del aquí y el ahora del individuo al cual atiende, mientras que la disciplina es más amplia porque entrelaza el pasado, el presente y el futuro mediante un cuerpo de conocimientos que dan argumentos para el desempeño no sólo en el ámbito hospitalario, comunitario, gerencial, educativo e investigativo o en cualquier otro donde la enfermera busque desarrollar ese conocimiento.

La competencia profesional va más allá de lo que se requiere para dar cuidado de salud a un individuo, para la preparación de futuras practicantes y la conducción de investigación sistemática. La competencia comprende por parte del profesional el entender la sociedad con suficiente amplitud para que pueda colocar la práctica dentro de un contexto social y la necesidad de tener habilidades de liderazgo. (Donaldson y Crowley, 1978). Aquí es oportuno recordar la diferencia que planteó Gramsci (y que luego desarrolló Foucault), entre profesional e intelectual: el primero, el profesional, es quien asume una profesión como la forma de ganarse la vida; el segundo, el intelectual, es quien mira el mundo desde su profesión, y desde ella se compromete con el desarrollo de la sociedad.

De hecho, la profesión no es algo que la universidad confiere, ser profesional no tiene que ver sólo con las “credenciales”, ser profesionales es aceptar un compromiso y hacerlo de la mejor manera posible para defender los intereses del usuario de nuestros servicios.

Aquí, tal vez nos ayude la diferenciación entre el Técnico y el Profesional, que hiciera la Dra. Marsha Fowler en su intervención en el XII Coloquio Nacional de Investigación en Enfermería en Mayo de 1995 en Bucaramanga, en esa oportunidad, planteaba ella que “el compromiso del técnico es con el cargo que ocupa y, en cambio, el del profesional, es con su profesión”.

Es por ello, que venimos planteando la necesidad de pasar de la profesionalización al profesionalismo. Entendemos la profesionalización como “el fenómeno de reconocimiento social a las ocupaciones que han logrado o buscan un status profesional” (Rodger, citado por Velandia, 1995, a); y el profesionalismo como una de las formas institucionalizadas de control ocupacional, o como “actitudes profesionales” o atributos actitudinales, las principales de las cuales serían las siguientes: uso de la organización profesional como principal referente, creer en el servicio público, creer en la autorregulación, poseer un sentido de vocación y tener un sentido de autonomía. (Hall, citado por Velandia, 1995, c), (Velandia, 1999).

De tal manera, el profesionalismo tiene más que ver con el concepto de intelectual de Gramsci y de Foucault o con las ideas de desempeño laboral motivante, es decir en el cual se obtengan beneficios psicológicos y no sólo económicos, de Yankelovich (Citado por Velandia, 1995, c), y menos con indicadores de transformación de una ocupación en profesión aceptada socialmente como tal, aun cuando sus miembros no se sientan “realizados” a través de su desempeño. (Velandia, 1998).

- Un hecho que yo considero ha influido negativamente en la profesión, es el mito que nos acompañó hasta hace pocos años, de que tenemos que demostrar que somos ciencia (básica, pura); lo cual ha hecho menospreciar nuestra condición de profesionales, que es donde radica nuestra fortaleza.

Estoy de acuerdo con Donaldson y Crowley (1978), cuando dicen: “Los campos que enfatizan la investigación aplicada deberían llamarse más correctamente disciplinas aplicadas o ramas aplicadas de las disciplinas académicas, en lugar de llamarse disciplinas profesionales.” Y en esto coincido también con Talcott Parsons (1976), cuando habla de dos categorías primarias de profesiones: a) la erudición misma, investigación, fomento del saber, transmisión del conocimiento actualizado; y b) la rama aplicada del conocimiento a actividades prácticas, competencia técnica. Cada uno de estos dos grupos tiene intereses que le son propios; en la rama académica, prima lo cultural; mientras que en la rama aplicada, prima lo social.

La denominación de cada grupo la determinaría su ejercicio: a) los que ejercen la rama académica serían los científicos, encargados de institucionalizar las disciplinas a través del complejo universidad - academia; y los que ejercen la rama aplicada, es decir, la práctica de las disciplinas, serían los profesionales. Por consiguiente, el carácter científico o profesional está dado (más que por el área del conocimiento a que esté dedicado) que por el rol que desempeñe: académico o práctico. (Parsons, citado por Velandia, 1995, c).

Como todo, esto tiene relación con el contexto en tiempo y espacio en que se ha movido la profesión, especialmente a mediados del Siglo XIX cuando empieza realmente a profesionalizarse. Por ello, necesitamos revisar la forma como han venido evolucionando las concepciones sobre ciencia, tecnología, disciplina, profesión.

Si tenemos en cuenta que la clasificación actual de las ciencias se formalizó a mediados del Siglo XIX, cuando estaba en auge la investigación en ciencias naturales y sólo se consideraba como ciencia lo que hacían los científicos de la naturaleza: físicos, químicos, biólogos, y por consiguiente la investigación era experimental y cuantitativa; y que las profesiones, entendidas ahora como disciplinas aplicadas, sólo vinieron a desarrollarse en Europa luego de la revolución industrial y en América Latina luego de la primera guerra mundial y el desarrollo industrial que esto representó; es lógico entender que el desarrollo de una profesión, y especialmente de una profesión femenina no podía darse de manera fácil.

Las ciencias sociales sólo vienen a desarrollarse en el presente siglo y en América Latina luego de la segunda guerra mundial. El desarrollo de las ciencias sociales rompió la concepción de la ciencia como algo relacionado con las ciencias naturales, en donde la experimentación es base de la investigación y sólo son válidas las técnicas cuantitativas. (Velandia, 1998)

Sin embargo, como parece darse con los hechos negativos que yo he identificado en trabajos anteriores (Velandia, 1999), estos han venido transformándose en hechos positivos. En este caso, el desarrollo de las profesiones, coherente con el desarrollo tecnológico que hace presumir un auge del trabajo profesional a comienzos del Siglo XXI. Las ideas de Kuhn del desarrollo por cambios definitivos de paradigmas, están siendo reemplazadas por la idea de transformación constante, de acumulación del conocimiento. Las exigencias de la sociedad están más orientadas a la solución de los problemas concretos; lo cual tiene que ver con la profesión, una de cuyas características cruciales es la capacidad de diseño, es decir, de producir tecnología, de innovar; en últimas, de hacer puente entre la ciencia y la técnica, renovándola permanentemente de manera científica. (Velandia, 1996). El efecto tendrá que ser un trabajo más profesional, es decir más independiente, más sustentado en decisiones propias y oportunas; es decir un desarrollo de la profesión. (Velandia, 1999).

El pensamiento de enfermería

Con frecuencia se oye hablar del "pensamiento médico", sea para plantearlo en términos positivos, o para criticarlo. Sin embargo, en las ciencias de la salud, si bien "el pensamiento médico" es todavía hegemónico, no es el único.

Yo trataré de presentar a Uds. el pensamiento de enfermería, dicho en otros términos, comentar con Uds., cómo piensan las enfermeras acerca de la salud. (Velandia, 1997, c)

Este es un aspecto muy importante, ya que justamente lo que le da identidad profesional a la enfermera es el enfoque humanístico (holístico, le gusta llamarlo a algunas enfermeras), que imprime al cuidado que presta a la salud de los seres humanos.

Enfermería se ha descrito en numerosas oportunidades como una serie de tareas y técnicas (subordinadas a la medicina); como un servicio humano amplio, compasivo y de apoyo; como una vocación aprendida; y más recientemente, como "una disciplina del área de la salud y del comportamiento humano, que maneja el cuidado de la salud en el transcurso del proceso vital humano." (Durán de Villalobos, 1998, a).

Hay acuerdo sobre los cuatro conceptos centrales que soportan el desarrollo de la enfermería en lo disciplinar y en lo profesional. Estos cuatro conceptos han sido identificados como: hombre (persona atendida; cliente o usuario y enfermera), contexto (ambiente; del cliente y de la enfermera), salud (vida) y cuidado de enfermería (intervención, acción terapéutica).

Algunas enfermeras teoristas (como Martha Rogers) señalan que es imposible separar a la persona de su contexto porque en conjunto forman una unidad, totalmente indivisible. Y en general, hoy se puede decir, que enfermería ya acordó que el sujeto de estudio de la disciplina es el ser humano en unidad con su ambiente, lo cual flexibilizó el concepto de desarrollo teórico derivado de la estrategia: investigación / teoría.

Es importante hacer notar que "la conceptualización que hizo Florence Nightingale del ambiente, como esencia de la atención de enfermería, y su advertencia a las enfermeras sobre la necesidad de no concentrarse en el proceso de la enfermedad, son los intentos más tempranos de diferenciar el enfoque teórico de enfermería del enfoque teórico médico." (Nightingale, pag. 100).

Y al analizar la conceptualización "moderna" de la enfermería, uno se pone de acuerdo con Toulmin, cuando dice: "Las ideas regentes en un momento dado del desarrollo de las ciencias sociales en el Siglo XX, tienden a mostrar más semejanzas con aquellas aparecidas con uno o dos siglos de anterioridad, que con aquellas de la generación previamente anterior."

Es necesario hacer notar la influencia negativa que sobre la enfermería tuvo el paradigma médico, el cual se interesa en las ideas relacionadas con el fenómeno médico: signos, síntomas, cirugía, medicamentos, enfermedad. El paradigma médico influyó en que gran parte de la valoración inicial de enfermería, la cual fue ensamblada a partir de la identificación de problemas médicos y teniendo como elemento de apoyo las fallas o disfunciones de los sistemas corporales (cardiaco, respiratorio).

De la misma manera, gran parte de la valoración de enfermería fue inicialmente organizada a partir de la identificación de problemas médicos y teniendo como elemento de apoyo las fallas o las disfunciones de los sistemas corporales. Y así mismo, gran parte de la intervención de enfermería se presenta como complementaria o de ayuda a la intervención médica; y en términos generales las intervenciones y tratamientos de enfermería estaban enfocados a medidas para reducir la incomodidad causada por la patología y el tratamiento médico. (Durán de Villalobos, 1998, a).

Esto también tuvo una influencia muy grande en la construcción de los currícula de enfermería, que hasta hace poco estaban orientados hacia la atención de "pacientes" con determinados diagnósticos o tratamientos "curativos" de corte médico: medicina interna, cirugía, ginecología y obstetricia, pediatría, psiquiatría, es decir de enfermos. De esto también hablaremos más adelante.



Implicaciones de este nuevo pensamiento

La investigación guiada por la orientación empírica, lineal y causal ha venido guiando la indagación de enfermería; no obstante, desde hace algún tiempo se plantean proposiciones muy importantes con relación a hechos tales como: la interacción materno - infantil, el autocuidado, el moribundo, el cuidado, la cronicidad, las relaciones transpersonales, la experiencia de la salud, etc., que no por estar en proceso de construcción son menos trascendentales para el desarrollo de nuevos marcos conceptuales y teorías que guíen la investigación en enfermería. (Gotner, 1980; Watson, 1988; Strickland y Waltz, 1990; Newman, 1995, citados por Durán de Villalobos, 1998, a).

La evolución de la ciencia de enfermería probablemente no ha seguido la evolución tradicional de las ciencias básicas y de otras disciplinas profesionales, conforme a lo que postulan los filósofos de la ciencia.

Entre otras cosas, porque la enfermería actúa en un sistema abierto y como tal debe responder a las demandas de la sociedad. Las acciones de enfermería y de sus usuarios (o clientes) están enmarcadas y modeladas por su ambiente social; por lo tanto, son modificables y cambiantes de acuerdo con las exigencias del contexto.

Albert considera que el desarrollo de una disciplina científica no es sólo producto de los presupuestos internos de su objeto ni el precipitado natural, espontáneo y súbito de una sistematización de los enunciados internos o de las representaciones de los fenómenos que estudia. Antes que eso, es siempre, o casi siempre, también el producto de una historia y de una práctica profesional.

El mismo Albert en el Prólogo al libro de Juana Hernández (1995) Historia de la Enfermería. Un análisis histórico de los cuidados de enfermería; dice: “La naturaleza disciplinar se caracteriza, ante todo, por la existencia de un núcleo conceptual. El conjunto de conocimientos que configuran este núcleo puede surgir de muy diversas formas. En unos casos, la propia naturaleza y organización de los conocimientos establecen el estatuto epistemológico de las ciencias básicas. En ese caso, es la propia naturaleza del conocimiento y su organización lógica la que se impone con evidencia como ciencia.

En otros casos, en cambio, como suele ocurrir en las disciplinas aplicadas, técnicas o prácticas, el proceso de configuración científica procede de una manera determinada en gran medida por factores históricos y sociales. Tal es el caso de las profesiones como la enfermería, que habiendo tenido un origen práctico y asistemático, han ido organizándose a través de los siglos como una actividad o profesión altamente estructurada, con un amplio campo de conocimientos específicos pertinentes a esa práctica, una metodología precisa y definida, y un objeto, material y formal, perfectamente identificable.

De tal manera, una disciplina como ciencia debe pensarse y construirse desde a historia, desde la práctica profesional, desde la filosofía de la ciencia, desde la historia comparada de las ciencias. (citado por Hernández, 1995).

Enfermería tolera varios enfoques conceptuales y la apertura de posibilidades de utilización de metodologías cualitativas, generadoras de teoría y de metodologías cuantitativas probadoras de la misma, y esto facilita el avance del desarrollo de la ciencia de enfermería. Es así como las investigadoras de enfermería incursionan por aquellas sendas de la ciencia que aseguren la coherencia y el soporte filosófico adecuado al cuestionamiento científico. (Durán de Villalobos, 1998, b).

Sin embargo, la preocupación por la rigurosidad cuantitativa de los años sesenta y setenta, ha dado paso al renacimiento del sentido y la percepción de las experiencias y la aceptación de diseños alternos de investigación tales como la etnografía, la teoría fundamentada (o fundada) y la fenomenología, entre otros.

Enfermería, de alguna manera, logró en medio de vicisitudes, sustentar una concepción integral del sujeto de estudio, lo cual le ha permitido capitalizar para la disciplina profesional, riqueza y complejidad; sin separar totalmente la teoría de la práctica y mantener, a pesar de sus detractores, contacto cercano con el "arte de enfermería".

Esta concepción debe conservarse, sin importar cual sea el soporte filosófico que sustente el desarrollo científico y la investigación; así no habrá dicotomías entre la ciencia y el arte de enfermería, la profesión en sí misma y la disciplina, el hacer y el saber, el cuidado y la curación, la práctica y la teoría, lo subjetivo y lo objetivo, la mente y el cuerpo, lo ontológico y lo epistemológico.

La forma restringida del enfoque teórico positivista no es compatible con la filosofía de la enfermería, o al menos por la que la mayoría de enfermeras abogan. El reduccionismo, la causalidad, el mecanicismo, la miniconcentración y objetividad, están en franca contraposición con la conceptualización de enfermería que se caracteriza por la integralidad, el holismo, lo trascendente, lo contextual y lo ecológico con relación al ser humano.

Para muchos autores el fantasma de la visión tradicional ha detenido el avance de la ciencia de enfermería. Como resultado muchos aspectos holísticos de enfermería se han ignorado porque no son reducibles, cuantificables u objetivos. Los problemas mirados desde el punto de vista positivista se reducen a tal punto, que elementos fundamentales del entorno son despreciados y así se minimizan factores trascendentales. (Durán de Villalobos, 1998, a).


Tendencias en el cuidado

El Grupo Académico de Cuidado de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, plantea las siguientes diferencias entre la Enfermera anterior y la Enfermera actual y del futuro.

La Enfermera anterior se caracteriza por que es:

- Una enfermera que se dirige a una acción particular y concreta para dar cuidado a su paciente a través de soluciones simples para problemas unicausales.

- Una enfermera que se reconoce a sí misma como poseedora de conocimiento y por tanto superior en el área de cuidado frente a su paciente.

- Un paciente que es visto con componentes biológicos, sociales y espirituales que lo integran.

- Pocos estudios propios de enfermería y siempre cuantitativos y positivistas.


La enfermera actual y del futuro, se caracteriza por ser:

- Una enfermera que acepta la reciprocidad y reconoce la multicausalidad de las situaciones de salud.

- Una enfermera que ve seres holísticos y se ve ella como parte de la comprensión de esa totalidad.

- Una enfermera que reconoce al otro y a sí misma como ser activo y trascendente.

- Una enfermera que ha reconocido el valor de la investigación y que acepta el valor complementario de abordajes cualitativos y cuantitativos para retroalimentar la práctica de enfermería basada en el cuidado. (U. N., 1998).


Los cuidados de enfermería como objeto de enseñanza

En la ponencia enviada al 6º. Congreso Latinoamericano y 8º. Mundial de Medicina Social que tuvo lugar en Guadalajara (México), yo presentaba la modalidad de enseñanza de la enfermería en la Universidad Nacional de Colombia como un ejemplo de formación de los profesionales de la salud, orientada hacia el sujeto de atención y no hacia su problema médico. (Velandia, 1995, a)

El Plan de estudios de la Carrera de Enfermería en la Universidad Nacional de Colombia, que rige desde 1992; establece como objeto de Estudio de la Profesión de Enfermería, el cuidado de enfermería del ser humano, desde la concepción hasta la muerte, dentro del proceso salud - enfermedad.

Coherentemente, el objetivo del programa es formar un (a) enfermero(a) que esté en capacidad de dar cuidado integral de enfermería a la persona en su propio contexto familiar y grupal, dentro del perfil epidemiológico prevalente en la región y con énfasis en procesos comunitarios en salud (U.N., 1994).

Por su parte, el Proceso salud - enfermedad se conceptualizó de la siguiente forma: “Fenómeno dinámico inherente al proceso vital humano, entendido como la relación vida - muerte, determinado por la interacción sociedad - individuo y caracterizado por desgastes y recursos que atentan o contribuyen a la integralidad humana”.

El Proceso Pedagógico de formación del recurso profesional de enfermería se desarrolla a través de experiencias articuladas y progresivas de profesores y estudiantes, que se fundamentan en esta conceptualización; priorizando la humanización del cuidado, el pensamiento crítico y la autonomía para aprender. (U.N., 1992).

Este nuevo plan de estudios se caracteriza por los siguientes aspectos:
• El plan de estudios se aborda a partir de sujetos de atención a través del ciclo vital, alejándose así del modelo médico - biológico como eje organizador, que ha sido tradicional en la formación de profesionales de salud.
• Adopta el Proceso vital Humano como modelo explicativo, del proceso salud - enfermedad por tanto asume al individuo integralmente y el cuidado de enfermería está dirigido a la salud y la enfermedad en el continuo vida - muerte, dentro de una dinámica de desarrollo de potencialidades y desgastes.
• El programa se orienta a la atención de los individuos centrados en la familia como grupo de apoyo y en grupos de individuos o colectivos en procesos específicos (grupos epidemiológicos).
• Se fomenta el acercamiento del estudiante a problemas particulares de salud de cierta complejidad (a través de las líneas de profundización), contribuyendo así a crear opciones diferentes de desempeño profesional.
• La relación profesor - alumno se caracteriza por la autonomía y el pensamiento crítico con miras a favorecer la capacidad de autoformación e incidir en el desarrollo de la profesión. (U.N., 1992 y Gómez, 1992, citados por Velandia, 1995, a)


Los cuidados de enfermería como objeto de investigación

Si bien no debe caber duda de la importancia que tiene la objetividad en la historia, no debe dejarse de lado considerar el papel que juega la participación subjetiva de los hombres para erigir algunos acontecimientos y circunstancias en hechos históricos, que de otra manera seguramente habrían pasado desapercibidos. La historia que se haga de cualquier disciplina humana debiera tener siempre presente esto, y deshacerse de la ingenua pretensión de que su producto es una diáfana y verdadera presentación de lo que algún acontecimiento haya significado. (Cardona, 1995), (Velandia, 1997, a)

En el campo de la Historia de las Ciencias y la Tecnología puede encontrarse una gama de posiciones que van desde una perspectiva epistemológica internalista hasta las de un enfoque sociológico externalista, pasando por lo que en Colombia y en varios países latinoamericanos se ha denominado Historia Social de las Ciencias, como una alternativa para integrar las perspectivas enfrentadas.

La perspectiva internalista trabaja sobre la construcción de un tipo de saberes y de práctica, analizando los cambios teóricos y metodológicos que sustentan esos saberes y prácticas de una disciplina o profesión (Colliére, 1993), (Hernández, 1995); la perspectiva externalista utiliza categorías de la sociología de las profesiones para organizar la información y establecer relaciones, para entender e incluso arriesgar explicaciones sobre las transformaciones que ocurren en el momento dado y en un contexto determinado. (Velandia, 1995, b)

En enfermería, desde comienzos de la década de los 90’s podemos sentir un llamado a la historia internalista. Según Manuel Esteban Albert, en el Prólogo a Juana Hernández (1995). La enfermería cuenta ya no, con unas prácticas asistemáticas y ocasionales, sino con una historia de los cuidados de enfermería. El proceso habitual se desarrolla mediante una dinámica que parte de una práctica y una ejercitación ocasional ante necesidades sociales perentorias. Luego, el proceso de organización y desarrollo institucional constituyen su historia, y finalmente, la sistematización de conocimientos y métodos nos sitúa ante una disciplina científica. Y “ninguna disciplina renuncia a su historia por momentos difíciles y negros que pueda haber atravesado”.

Resulta todavía más exacta esta afirmación cuanto más práctica es la profesión historiada. Hasta el punto que algunas de las profesiones que han llegado a constituirse como disciplinas con un cuerpo teórico propio no pueden reconocerse epistemológicamente sin el sentido de su historia como profesión. (Velandia, 2000)

Marie Françoise Colliére (1993), sobre este punto aporta: “La clave de la evolución de la profesión parece estar en aclarar la evolución de los cuidados de enfermería, no trazando un perfil de lo que es, lo que debe ser o en lo que se debe convertir la (el) enfermera… sino identificando la naturaleza, la razón de ser, el significado, la valoración social y económica de la prestación profesional que se ofrece a los necesitados de cuidados”.

Pero para afirmar nuestra identidad, en el sentido de “discurso profesional”, es decir la plasmación a través del lenguaje de todas aquellas características que dan a nuestra profesión una entidad específica y única, diferenciándola de cualquier otra (Alberdi), hay necesidad de profundizar en esa característica única.

Parece que hay unanimidad entre los enfermeros en considerar que nos diferenciamos y que nuestro aporte se hace único, porque somos la profesión que ha convertido el cuidado en su función fundamental, o sea, en la razón última que justifica todas sus actividades y tareas. (Alberdi)

Meleis sugiere que el concepto de cuidado de enfermería es tal, que engloba los demás conceptos presentados. (Durán de Villalobos, 1998, a).

Benner hace mucho énfasis en la primacía de la práctica sobre la teoría. La práctica existente es la primera fuente de ideas de enfermería y dentro de este contexto el receptor del cuidado de enfermería y el cuidado mismo, inspiraron la teoría. (Benner, 1987)

La meta final del desarrollo teórico de enfermería es el desarrollo de teorías que guíen el cuidado de enfermería que se brinda a los pacientes. Varios modelos y conceptualizaciones teóricas hacen referencia a este aspecto terapéutico dentro de sus desarrollos: el uso de la empatía, la estimulación por tacto (toque terapéutico), el rol suplementario, la manipulación de los estímulos residuales, focales y contextuales, por ejemplo (Durán de Villalobos, 1998, c), Villarraga, 1999.


Futuro e identidad de enfermería con base en el cuidado

En una conferencia inicial en un Encuentro Nacional de Estudiantes de Enfermería en Colombia, yo planteaba los siguientes Retos hacia el futuro, para nuestra profesión:

- Hacer presencia en los espacios donde se toman las decisiones.

- Superar espacios tradicionales de desempeño profesional; hacer presencia en los escenarios de la vida cotidiana.

- Rescatar prácticas históricamente acumuladas (justamente el cuidado)

- Salir del feminismo a ultranza – apoyar asociaciones.

- Autoimagen positiva de la profesión.

- Ampliar programas de postgrado, especialmente en modalidades "no presenciales”.

- Investigación sobre práctica de enfermería. (Y de esto ya hemos hablado bastante en esta presentación).

- Patrones de Clasificación Internacional de la Práctica de Enfermería. (CIPE)

- Intervención “inteligente”.

- Bioética y ética de la justicia social.

- Manejo de conflictos y obtención de consensos.

- Modelos teóricos “contextualizados”. (Chompré, 1997, adaptado y complementado para el caso colombiano por Velandia, 1997, b)




Reflexiones finales

- Con demasiada frecuencia se escuchan protestas sobre la baja imagen social de la enfermera; yo desde hace más de diez años, tal vez desde cuando me adentré de manera sistemática en el análisis sociohistórico de la profesión de enfermería, vengo planteando que hay necesidad de partir del hecho de tener una buena autoimagen. ( Ya que: “Nadie es capaz de hacer más, de lo que se cree capaz de hacer”).

Curtin (1982) habla de que tenemos un balance decente. Yo, después de más de diez años de investigación permanente sobre nuestra historia, tengo la misma impresión acerca de la profesión. Mostramos muchos indicadores de profesionalización (si eso es lo que nos interesa) que sería dispendioso mencionar: formación académica, asociaciones, publicaciones, reglamentación.

Habla también Curtin de una tradición orgullosa, y también la tenemos. De ello hablan las enfermeras latinoamericanas que han descollado a escala nacional e internacional por su práctica altamente profesional, por sus cargos en organizaciones gremiales, por sus cargos en instituciones de salud, de educación, y en general relacionadas con el bienestar de las personas.

Realmente, quisiera oír hablar menos de los problemas de la enfermería y más de sus bondades… y lo mismo esperan nuestros estudiantes.

- Por otra parte, me parece que el circunscribir el quehacer profesional a las cuatro áreas de desempeño que tradicionalmente hemos considerado: asistencia, administración, docencia e investigación; reduce el campo de acción de los profesionales de enfermería, es decir, limita su quehacer, y de tal manera va en contra de uno de los principios para el desarrollo profesional: la pluralidad de roles. (Restrepo, 1982), (Velandia, 1995, c)

En mi concepto personal, la enfermera tiene responsabilidades en tres campos de acción unidos en forma inextricable: su desempeño profesional como en enfermera, su condición de trabajador de la salud y sus deberes y derechos como ciudadana. (Velandia, 1985), (Velandia, 1995,c).

Yo considero además, que para comprometerse con la profesión, la enfermera no puede quedarse en el marco estrecho de su quehacer profesional, de su área de desempeño, de las funciones que cumple; si no que necesariamente tiene que ir más allá; su compromiso no podrá ser sólo con su grupo profesional, sino también con el usuario y, en general, con la sociedad. (Velandia, 1985).

- Tenemos que dejar nuestro afán compulsivo por demostrar que somos ciencia; ciencia sí, pero no una ciencia pura, sino una ciencia aplicada. Esto ha hecho menospreciar nuestra condición de profesionales, que es donde radica nuestra fortaleza, y por lo tanto nuestra identidad.

Esto implica otra perspectiva de análisis de la profesión, el profesionalismo. El profesionalismo tiene más que ver con el concepto de “intelectual” de Gramsci y Foucault, o con las ideas sobre el desempeño laboral de Yankelovich, y menos con indicadores de transformación de una ocupación en profesión, es decir, indicadores de profesionalización.

Vale decir, debemos trabajar más por nosotros mismos, por nuestra satisfacción personal y la de los usuarios de nuestros servicios; preocuparnos más por la calidad del cuidado que brindamos que por el status de la profesión, él vendrá como un efecto de nuestro profesionalismo.

El Siglo XX fue el siglo de la Profesionalización de las Enfermeras, el Siglo XXI deberá ser el Siglo del Profesionalismo de la Enfermería.

Bibliografía

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Durán de Villalobos, María Mercedes. Enfermería: desarrollo teórico e investigativo. Bogotá: Facultad de Enfermería Universidad Nacional de Colombia – Proyecto INNOVAR, 1998.

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