Este blog tiene como objetivo compartir intervenciones en eventos académicos que no han sido publicadas antes a texto completo, reflexiones de la autora sobre temas relacionados con la historia y la sociología de enfermería y publicaciones en revistas que todavía no son accesibles en Internet.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Historia Comparada en Educación en Enfermería. Capítulo de libro.

Historia Comparada en Educación ·
Por:
Ana Luisa Velandia Mora
E. G., L. E., M. A., PhD.
Profesora Emérita
Universidad Nacional de Colombia
Fue publicado en portugués como capítulo de un libro:
Velandia-Mora, Ana Luisa. História comparada. EN: Pesquisa em História da Enfermagem. Organizadores: Taka Oguisso, Paulo Fernando de Souza Campos y Genival Fernandes de Freitas. 2° ed. Barueri, SP. Editorial Manole, 2011. Pp: 253 - 278.ISBN: 978 – 85 – 204 – 3212 – 9.

Introducción
Al considerar el objeto de la investigación histórica como un conjunto de procesos interrelacionados y dependientes de la evolución de la sociedad, entendemos que no se trata simplemente de saber cómo es, sino que, además, es preciso comprender la lógica de sus modificaciones, de sus tendencias, de las fuerzas que la impulsan y la frenan, y de las posibilidades que encierra. Desde esta perspectiva, ningún balance exhaustivo de los datos actuales puede reemplazar el conocimiento histórico(1).
La Educación es un campo muy fértil para la Historia Comparada, y es perentorio construir la Historia de la Educación de Enfermería en América Latina, tratando de mostrar la evolución de las instituciones educativas de enfermería y, a través de estos estudios históricos, crear unos ejes de análisis o variables que contribuyan a mejorar su elaboración.
El método comparativo ofrece muchas posibilidades y su generalización y su perfeccionamiento constituye una de las necesidades más apremiantes que en la actualidad se impone en los estudios históricos.(2)

Antecedentes de la historia comparada
Según Castro Alfín (3) (p.78), la comparación es un recurso o estrategia surgida con la práctica misma de la historia en Occidente, que, sin embargo no ha logrado una aplicación estable y convincente. Sin embargo, dice que la propensión comparativista parece haber nacido con la práctica misma de la historia. Incluso, la comparación – como contraste – vertebra el esquema historiográfico de Heródoto al contraponer los bárbaros a los helenos, los persas a los griegos, la autocracia con la libertad. Y cita a Polibio diciendo: “La originalidad, la grandeza del argumento objeto de nuestra consideración pueden comprenderse con claridad insuperable, si comparamos y parangonamos los reinos antiguos más importantes, sobre los que los historiadores han compuesto la mayoría de sus obras, con el imperio romano”.  Y se consolida con Plutarco en el contraste que de personajes griegos y romanos hace en Vidas paralelas.
Dos grupos de ciencias afines a la historia desarrollaron la metodología comparativa. En su condición de pionero del comparatismo, en su obra general y en el texto Los reyes taumaturgos, desvelan la deuda del comparatismo en historia para con otras ciencias. Según Castro Alfín (3) (p.79), la primera de estas ciencias es la lingüística comparada. Investigadores como Bloch, Meillet, Cohen, Bopp, Humboldt,  Grimm, Schleicher, no sólo unían el estudio de la lengua al de la historia, sino que buscaban en las formas arcaicas la explicación de variaciones idiomáticas. Paralelamente, se fue desarrollando el estudio comparado de las literaturas. Uno de sus primeros exponentes fuer Jean Jacques Ampère. A partir de él, el campo de estudio y método experimentarían un proceso de formalización e institucionalización, con la aparición de revistas especializadas en diferentes países, y  la celebración de congresos internacionales.
 Otro gran estímulo para el comparatismo historiográfico provino de Durkheim, al haber abierto el debate sobre el diálogo y la comunicación, y en suma, las relaciones entre historia y sociología. Durkheim (4) no sólo haría de la sociología una ciencia de la comparación, sino que asentaría en la misma comparación la posibilidad de una historia científica. En las Reglas del método sociológico (1895), citado por Castro Alfín (3) (p.80),  hace una afirmación categórica: “sólo hay una manera de demostrar que un fenómeno sea causa de otro, comparar los casos en que están presentes o ausentes y buscar si las variaciones que presentan las diferentes combinaciones de circunstancias  prueban la dependencia del uno respecto del otro”.
Otro hecho que contribuyó a la institucionalización de la historia comparada, además de la ya consolidada red de publicaciones consagradas a la literatura comparada fue la aparición del Instituto para el Estudio Comparado de las Civilizaciones, establecido en Oslo en 1919, sin embargo, no parece que sus contribuciones científicas alcanzaran especial relevancia; pero muy distinto fue el clima posterior a 1945, cuando se conjugaron varios factores: una circunstancia de lugar, al haberse desplazado el centro de gravedad de la producción intelectual a los Estados Unidos en el seno de una sociedad multicultural, no toda anglosajona y protestante; por otra parte, el periodo de la Guerra Fría significó para las ciencias sociales la transformación de las sociedades tradicionales de lo que diera en llamarse Tercer Mundo; proliferaron entonces los equipos de trabajo y las iniciativas académicas como el Comité para el Estudio Comparativo de las Nuevas Naciones de la Universidad de Chicago, o el Grupo Carnegie de Desarrollo Comparado en Berkeley.  Y otros más que aparecieron en África y en Israel, inspirados en los existentes en los Estados Unidos. (3) (pp.82-84).
Otros campos en los cuales se desarrolló la comparación, desde mediados del Siglo XIX fue el de la Antropología. Y un campo que experimentó en la mitad del Siglo XX,  una innovación especial bajo el incentivo de la comparación fue la ciencia política.
Para Aróstegui (5), la historia y la comparación están relacionadas de manera determinante; tanto que considera a la comparación como una de las características del método histórico.
En este sentido, las especificidades del método histórico son caracterizadas así:
1.      Siendo lo histórico el resultado del comportamiento de los fenómenos sociales en el tiempo, el material empírico sobre el que el historiador trabaja consiste en una proporción muy alta de restos. A la inmensa mayoría de los fenómenos que conforman la historia, los conocemos por las huellas que han dejado. Por lo tanto, en la investigación histórica, el “documento indiciario”, y no la observación del fenómeno mismo, es la “fuente de la información” por excelencia.

2.      El método de la historiografía tiene una orientación esencial que es la comparativa. Y ello en un doble sentido: la comparación entre procesos simultáneos que se producen en ámbitos diversos – la aparición de la violencia política, de la sociedad industrial -, pero también la comparación sucesiva, la comparación entre lo anterior y lo posterior: la presencia de enfermeras extranjeras en América Latina, el proceso de profesionalización de la enfermería en Colombia. El método histórico, tiene entonces, una segunda característica propia: investigar la historia es distinguir las composiciones sociales en unos momentos con respecto a las de otros. Por tanto, el método histórico gira sobre dos ejes: estructuras de las sociedades y comportamientos temporales.

3.      El método histórico capta su objeto a través de conceptualizaciones sobre los colectivos pero también sobre los individuos. Las acciones de los individuos no explican la historia, pero no puede marginarse su papel. Ninguno de esos dos planos de la realidad social contiene en si mismo toda su inteligibilidad. El proceso histórico se configura siempre por la interacción de las estructuras y el sujeto.

4.      El método histórico es esencialmente globalizante. La distribución de la materia historiográfica en sectores, ya sean de materiales o enfoques sistémáticos – política, económica, de las mentalidades –, o en sectores de la historia mediante cortes cronológicos – antigua, medieval, renacentista -; no es más que un recurso de método, de exposición. Puede hablarse, de una diferencia teórica entre la reconstrucción de un proceso histórico – social global y la historia de un fenómeno social parcial. Ello puede basarse en que, en teoría, todo fenómeno sectorial puede tomarse en sí mismo como un todo (entendido como un sistema).

5.      La historia es necesariamente una visión desde el presente. La historia que escribimos es una concepción que construye el hombre presente.
En resumen, el método histórico tiene, como caracterización de su procedimiento, al menos tres peculiaridades distintivas:
a)      Su tratamiento de una realidad prácticamente siempre mediata. (Restos, huellas).
b)      Su necesidad de captar siempre el proceso (Diacronía).
c)      Su necesidad de globalización (Inespecificidad de lo histórico).

Conceptualización de la historia comparada
Bloch (6), citado en este aparte por Medina y por Castro Alfín,  a la pregunta de qué es comparar en el dominio de la historia responde: “elegir en uno o varios medios sociales diferentes dos o más fenómenos que, a primera vista, parezcan presentar entre sí algunas analogías; describir las curvas de sus transformaciones, comprobar las semejanzas y las diferencias, y, en la medida de lo posible, explicar unas y otras”. Durkheim (4) (p.80), vinculó la condición científica de la historia a la comparación: “la historia no puede ser una ciencia más que en la medida en que explica y no puede explicar más que comparando”.
“El método comparativo puede y debe calar en las investigaciones minuciosas y de detalle. Este es el precio de su futuro y quizá sea también el futuro de nuestra ciencia. El método comparativo ofrece muchas posibilidades y considero que su generalización y su perfeccionamiento constituye una de las necesidades más apremiantes que en la actualidad se impone en los estudios históricos”. (2)
Mediante la comparación llegamos a conocer la existencia de un problema y esto, como resulta necesario explicar, es un gran servicio, pues no hay nada más peligroso, en cualquier orden la ciencia, que la tentación de encontrar que todo es natural.
Los estados nacionales se constituyen en el paradigma desde el cual se plantean las investigaciones históricas. “todos nosotros somos historiadores novatos cuando salimos del ámbito de nuestro dominio nacional”: Bloch citado por Medina.

Tipos de historia comparada
Según palabras de Medina, T. Skocpol (7) dice que son identificables:
- La historia comparada como análisis macrocausal. Una historia comparada con el propósito de construir inferencias causales sobre estructuras y procesos a un nivel macro. El ejemplo más notable de esta lógica lo ofrece Barrington Moore (8), en Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia.
- La historia comparada como demostración paralela de teorías. En este caso los comparativistas logran demostrar que una hipótesis o una teoría guardan su validez cuando son aplicadas a una serie de trayectorias históricas relevantes. Ejemplos: Eisenstadt y Paige.
- La historia comparada como contraste de contextos. La comparación persigue la yuxtaposición de casos casi todo lo contrario de la lógica anterior, es decir, revelar los rasgos peculiares, únicos de cada uno de los casos incluidos en la discusión y para mostrar como esos rasgos únicos afectan el desarrollo concreto de esos procesos sociales reputados como generales.
Ejemplos, citados por Medina:
Clifford Geertz. Islam observed: religion development in Morocco and Indonesia. Chicago: University of Chicago press, 1971
James Lang. Conquest and Commerce: Spain and England in the Americas. New York: Academic Press, 1975
Kocka (9), citado por Medina, llama la atención sobre la necesidad de distinguir la historia comparada de:
-          Trabajos dedicados a contextos específicos.
-          Trabajos con planteamiento transnacional o transcultural.
-          Investigaciones enmarcadas en la historia de las interacciones y las transferencias.
La historia comparada, en cambio, se caracteriza por la comparación sistemática; su estrategia central es la comparación.

Castro Alfín (3) (p.78),  pone de relieve las insuficiencias de la comparación, cuando es utilizada como mero recurso expositivo, como simple enumeración de analogías relativas al personaje, acontecimiento o fenómeno historiado. Otra cosa bien distinta, es la utilización metódica de la comparación como recurso explicativo.

Momentos de la comparación
Se pueden extraer de la definición (ya citada) de historia comparada de Bloch:
-          Elección en uno o más medios sociales diferentes, de dos o más fenómenos que a primera vista parecen presentar ciertas analogías entre sí.
-          Descripción de sus transformaciones o curvas evolutivas.
-          Constatación de similitudes – diferencias.
-          Explicación de unas y otras.
Entonces, para Medina, comparar en historia implica:
-          Definir dos o más objetos para contrastar. Esto es, asumir los objetos como contextos en su dimensión diacrónica y en sus estructuras sincrónicas. Estos se convierten en unidades de comparación.
-          Establecer los atributos de la comparación. No cabe comparar fenómenos entre sí en su totalidad multifacética como individualidades completas.
-          La comparación se configura a través de la formulación de una pregunta. Dos o más fenómenos sólo pueden ser comparados en relación con algo, con un tercero.  Castro Alfín (3) (p.80), citado por Medina, añade aquí: este procedimiento parte del supuesto de que cuando dos fenómenos se modifican de modo correlativo, ello se debe a que ambos sean efecto de la misma causa, o que haya un tercer factor que resulte efecto de uno y causa de otro.
En síntesis, la intención de la comparación es la que aporta la estrategia del estudio comparado. Por lo tanto, se debe debilitar el particularismo:
-          No ver instituciones peculiares donde no las hay.
-          No buscar “causas exclusivamente locales” para las transformaciones sociales. Desechar los pseudocausas locales.
Desde una perspectiva paradigmática la comparación tiene a menudo un efecto distanciador: esto es especialmente importante para los historiadores, entre los cuales sigue predominando una cierta fijación sobre la propia historia nacional o regional. Esta fijación resulta más difícil bajo el peso de la comparación. Se produce así un abandono del provincialismo (2).
Castro Alfín (3) (pp.88-89), hace un aporte interesante al señalar las dificultades que para el historiador presenta este enfoque, las cuales no son sólo epistemológicas, sino además de prácticas por la necesidad de dominar solventemente los términos de comparación que se proponga utilizar. En general, los historiadores están más interesados y preparados para reconstruir empíricamente el contexto que para relativizarlo, sin embargo, consideraciones de este tipo no deben sugerir la postergación de la comparación; aunque sólo fuera porque parece un saludable antídoto, sobre el parroquialismo; porque utilizar la comparación es un excelente modo de captar las particularidades del caso estudiado, y establecer lo que sea específico y particular de él, contribuyendo además a hacer comprensibles las razones de esa originalidad.
Castro Alfín, comenta que para Tucídides, su condición de desterrado en Tracia, le permite ser más imparcial y comparar a polinesios y atenienses.
Algunos usos de la historia comparada según Kocka, citado por Medina, son:
-          Elaboración de tipologías
-          Interés por la propia identidad
-          Síntesis analíticas
Ejemplos presentados por Medina:
Reinhard Bendix. Estado, Nacionalidad y Ciudadanía. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1984.
Immanuel Wallerstein. El Moderno Sistema Mundial. Madrid: Siglo XXI Editores, 1999.
Charles Tilly. Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes. Madrid. Alianza Editorial, 1991.
Para Tilly la comparación histórica es entendida como el estudio de estructuras y procesos.
Un  elemento de la contribución de Tilly, citado por Medina, es la identificación de niveles de comparación:
-          Nivel histórico mundial. Propiedades de una época para enmarcarla en la historia humana.
-          Nivel sistémico mundial: corresponde al análisis del sistema mundial y el estudio de las civilizaciones.
-          Nivel macro histórico: corresponde a las grandes estructuras y procesos amplios y a la exploración de formas alternativas.
-          Nivel microhistórico: incorpora a los individuos y grupos con estructuras y procesos.

Estrategias de comparación histórica
Tilly (10) (p.106), citado por Medina, propone cuatro:
-          Individualizadora:      contraste de casos específicos de un fenómeno dado como medio para captar las peculiaridades de casa caso.
-          Universalizadora:       Aspira a explicar el hecho de que cada uno de los casos de un fenómeno sigue en esencia la misma regla.
-          Identificador de la diferencia:           se trata de establecer un principio de variación en el carácter e intensidad de un fenómeno mediante el examen de las diferencias sistemáticas entre los distintos casos.
-          Globalizadora:                        el cuarto y último empleo de la comparación no es ni individualizar ni universalizador, ni identificador de diferencia, sino que es globalizador. Coloca distintos casos en distintos puestos del mismo sistema, y con ello intenta explicar sus características como una función de sus relaciones variables con el sistema como un todo. 

Riesgos y recompensas de la historia comparada
Con este título, Charles Bergquist (11), profesor de la Universidad de Washington,  presentó una ponencia en el XIII Congreso Nacional de Historia, celebrado en  Bucaramanga en Agosto 2006; en la cual cuenta su experiencia en tres proyectos de naturaleza comparativa, los cuales se convirtieron en tres libros: Café y Conflicto en Colombia 1886 – 1910 (1978), Los Trabajadores en la historia latinoamericana (1988), y Labor and The Course of American Democracy (1996).
En Café y Conflicto en Colombia, la historia abarca un solo país durante solo un periodo histórico delimitado, pero el análisis se basa implícitamente en la comparación. Los Trabajadores en la Historia Latinoamericana, fue explícitamente comparativo pues hace un paralelo de la historia laboral de Chile, Argentina, Venezuela y Colombia, poniendo en evidencia la influencia cardinal que los trabajadores ejercieron en la vida de sus respectivos países. El tercer proyecto fue el más ambicioso de los tres en cuanto a las comparaciones propuestas. Cubre las historias de las colonias europeas en América y de los Estados Nacionales en los que se convirtieron. Esta obra trata de explicar las marcadas divergencias en las historias de las sociedades en las Américas y las desiguales relaciones de poder que conllevan estas divergencias.
Cuenta el autor que la acogida que han tenido sus libros mencionados, ha sido diferente en los tres casos. Y casi saca una conclusión: entre más explícito y más amplio el alcance comparativo del libro, menor ha sido la popularidad e influencia del mismo. Y la documenta al decir que el primero de los tres libros, Café y Conflicto en Colombia, ha sido publicado dos veces en inglés y dos en español y es el único que todavía se puede comprar. Comparativamente las ventas del segundo libro, que fue editado en inglés en 1978 y en español en 1988, ni fue reeditado ni en inglés ni en español y hoy en día está agotado. El tercer libro, Labor and The Course of American Democracy, inicialmente no fue aceptado en la editorial académica a la que acudió el autor, pero luego fue favorablemente evaluado y publicado en una editorial comercial británica de izquierda. Aunque esta edición en inglés se vendió totalmente, no se hizo una segunda edición.
Por otra parte, Bergquist, a más del análisis sobre la naturaleza comparativa de las tres obras, presenta algunas consideraciones políticas e ideológicas y tendencias de moda en el mundo académico, que él cree, también condicionaron las reacciones de los historiadores y en general, de sus lectores. Los tres libros se enmarcan dentro del pensamiento marxista y los preceptos que los guiaron se tornaron cada vez más claros. El autor, considera además que el marxismo por aquellas épocas iba perdiendo su influencia en el medio académico mundial, y que, desde entonces, todo análisis histórico que tuviera un matiz de “narrativa maestra” y que optara por un “análisis de clase” en vez de circunscribirse a las subjetividades raciales, sexuales y de género, o que recalcara el papel central de lo material, era considerado sospechoso, anacrónico o irrelevante por los académicos postmodernos que dominan los departamentos de historia de las principales universidades del mundo.
También plantea que este giro en las tendencias políticas y modas académicas de finales del Siglo XX condicionó fundamentalmente el alcance de estas obras, aun cuando piensa que éste no fue el único, y probablemente, el más importante factor.
Después de analizar las opiniones de los críticos, marxistas y no marxistas, de sus obras, y las razones particulares que resultaron como respuesta a la publicación de sus tres libros; esboza algunos aspectos más genéricos que actúan en contra de la recepción amplia de los estudios comparativos entre los historiadores, resumiéndolos en tres: 1) especialización en un solo estado – nación, 2) fuentes primarias, y 3) estructura narrativa.
Respecto al primero, desde que se posicionó la historia como disciplina académica profesional a finales del Siglo XIX, la gran mayoría de los historiadores limita sus actividades profesionales a la historia de un solo estado – nación. Para sortear este problema, Bergquist consultó a los especialistas, chilenos, argentinos y venezolanos para su segundo libro, y con historiadores estadounidenses para el tercer libro.
En cuanto a las fuentes primarias, los historiadores lo que más respetan son obras históricas que se basen en fuentes primarias; ojalá nuevas o poco consultadas anteriormente. Tanto, que uno de los prerrequisitos para obtener el doctorado en historia es hacer este tipo de investigación,       digamos, que es como la carta de mérito que tienen que presentar los historiadores para entrar a formar parte de la profesión.
Y en lo que se refiere, a la estructura narrativa, los historiadores prefieren presentar sus estudios en forma de narración, y no de forma más analítica, como suelen hacerlo otros científicos sociales. Y esto, porque el historiador asume que el cambio social obedece a múltiples factores y que de tal manera, es necesario presentar la marcha de la historia en toda su complejidad.
Pero Bergquist sigue creyendo que la mejor manera que tienen los historiadores de escoger problemáticas sustanciales de investigación y de evaluar los múltiples elementos que inciden en la causalidad histórica, es a través del método comparado.
Otro trabajo sobre los peligros de la historia comparada es el de Nancy R. Escobar, doctoranda de la Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina), en el cual hace un análisis crítico de la obra Argentina – Brasil 1850 – 2000. Apoyados en la premisa de Marc Bloch, dice Escobar (12), los historiadores se embarcaron en la difícil tarea de comparar ambas unidades administrativas. El estudio da como resultado, dice Escobar, lo que Charles Tilly denominó una comparación que tiene como objetivo más que la generalización, la individualización de los casos. El centro unificador o eje articulador en este caso, fue el Estado, a partir de la disponibilidad de recursos, de la capacidad para organizar sus oficinas y de hacer cumplir las leyes que dictaba, entre otros factores. La autora termina el artículo planteando que aun cuando algunas dimensiones tan importantes e influyentes como la cultural, no tuvieron espacio en este trabajo, el libro no deja de ser un excelente compendio de investigaciones realizadas en los dos países. Según Escobar, los autores analizados, advierten en su libro del peligro de caer en el “nacionalismo historiográfico”, que busca explicaciones autosuficientes y endógenas y sostiene la excepcionalidad de la experiencia de cada nación.

Historia comparada en Educación
La comparación es un enfoque metodológico utilizado en muchas ciencias sociales; una de ellas es la educación, en la cual ha tenido un gran desarrollo. La educación comparada es una de las muchas áreas de investigación que intentar estudiar una clase de fenómeno conocido habitualmente por “educación”, y que pretende, por lo tanto, explicar la compleja red de interrelaciones observables dentro de un sistema educativo, así como entre los sistemas educativos y otro tipo de sistemas. (13) (p.197)
En Europa, movida por las reglamentaciones en educación superior de la Unión Europea, existen numerosos trabajos en este campo (14), (15). Y en España, existen trabajos que mezclan la historia con la educación comparada, o podremos decir hacen educación comparada de corte histórico, como Diez Años de Educación Comparada en España García (16).  Y existen Departamentos universitarios, como el de Educación Comparada e Historia de la Educación de la Universidad de Valencia, o el de Historia de la Educación y Educación Comparada de la UNED, que combinan los dos temas.
En el trabajo de Valle, se plantea que los nuevos retos de la ampliada Unión Europea: el difícil equilibrio del poder, la complejidad institucional, el desencuentro Unión Europea – Ciudadanía, las brechas económicas, la heterogeneidad de los Estados, las diferencias culturales y la pluralidad lingüística; encuentran en la educación un amplio marco en donde hacerse evidentes. Y considera que el análisis de estos retos desde la dimensión educativa permite hacerlo desde tres enfoques: las políticas educativas que se están llevando desde la Unión Europea, las políticas que se están desarrollando en los Estados Miembros, y el análisis de cómo se están enfrentando problemas comunes en los distintos sistemas educativos, con el estudio de problemas mediantes comparaciones transnacionales, algunos como los de Milada Rabusicova y Tatiana Dronzina, sobre el caso checo y el búlgaro, respectivamente; publicados en el número monográfico de la Revista Española de Educación Comparada: Perspectivas educativas de la Nueva Europa. Retos y Tendencias de la educación ante la ampliación de la Unión Europea. (Número 10, 2004). Y en este mismo número encontramos un trabajo específico de Montserrat Canals Caldafach, de la Universidad Autónoma de Barcelona, quien realiza una visión comparativa de la formación de la Enfermería Quirúrgica en Europa.
Analizando el trabajo Diez Años de Educación Comparada en España de García Garrido, vemos que los profesionales de enfermería españoles desde la Universidad Autónoma de Barcelona, se han interesado por el estudio de la “Formación inicial de los profesionales de enfermería en la Unión Europea”. Por otra parte, América Latina ha ocupado siempre un lugar preferente entre los comparatistas españoles.
Entonces, teniendo que la Educación es un campo muy fértil para la Historia Comparada, quiero orientar este trabajo sobre la Historia Comparada en Educación, hacia la Historia en la Educación de Enfermería, tratando de mostrar los trabajos históricos publicados sobre instituciones educativas de enfermería en América Latina y los ejes de análisis o variables que se han utilizado en ellos.

Historia comparada en Educación en Enfermería
Desde hace un par de décadas, se encuentra con frecuencia que el sujeto de estudio en historia de la enfermería en América Latina es una institución docente, específicamente una unidad académica de Enfermería,  como: la Edición Especial de la Revista Perspectiva Proceso Salud Enfermedad sobre los 15 años de la Escuela de Enfermería de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (1989), los Apuntes Históricos de la Facultad de Enfermería – Universidad de Caldas en 1993 y 2001, (17), la Historia de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Antioquia Restrepo (18), la Escuela de Enfermería de la Universidad Federal de Minas Gerais (19), la Escuela de Enfermería de la Universidad Católica de Chile (20), la Facultad de Enfermería de la Universidad Federal de Trujillo Minchola (21), el desarrollo de los estudios de enfermería de la Universidad de Cartagena, presentada con la de otras disciplinas  (22), la evolución de la enseñanza del cuidado de enfermería en Tampico (23), Algunos hechos de la historia de la Enfermería en Bolivia Velandia (24), o las más recientes sobre la Facultad de Enfermería de la Universidad Javeriana en Bogotá López (25), y la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia Velandia (26).  
Analizaremos algunos casos, tratando de identificar las variables o ejes de análisis utilizados por sus autores.
Cecilia Mabel Restrepo de A., en su publicación de 1997: Historia de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Antioquia; utiliza los siguientes apartados:
-          Primeros intentos de adiestramiento en el departamento de Antioquia.
-          La Escuela de Enfermería de la Universidad de Antioquia.
-          Primeros años: 1951 – 1956;
-          Finales de los años 50;
-          La década de los sesentas;
-          la Segunda Década de Funcionamiento (1961 – 1969);
-          La década de los setentas: época de remezones;
-          el Decenio de los ochentas;
-          La construcción del Futuro (Década de los noventas).
Aquí no se observan unos ejes de análisis manifiestos; el recuento se hace de forma lineal. Como la misma autora lo dice en su nota final, es una “recopilación histórica”, es decir de datos históricos, que puedan “servir de documento de consulta o como base de datos e informaciones para quienes estén interesados en realizar crítica o investigación histórica”. (Pág. 607).
Adriana Minchola de Pérez y Filomena Beas de Rodríguez, en su publicación: Reseña Histórica de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Trujillo 1965 – 2000; utilizan los siguientes hilos conductores para hacer su análisis:
-          Infraestructura
-          Estructura Administrativa
-          Estructura académica
-          Plana Docente
-          Capacitación Docente
-          Producción Científica
-          Proyección Social
Los cuales son analizados en las tres etapas que establecieron:
  1. Etapa Inicial (1965 – 1970)
  2. Etapa Intermedia ( 1971 – 1980)
  3. Etapa de Desarrollo (1981 – 2000)

Lorenzo Cubillos, Ángela Castellano y Pablo Camus, en su: Historia de la Escuela de Enfermería Isidora Lyon Cousiño 1950 – 2000”, de la Universidad Católica de Chile, organizan los capítulos por Rectorados, y en cada Rectorado, presentan diferentes datos. Por ejemplo, en el Rectorado de Monseñor Carlos Casanueva, hablan de:
-          Finalidad, funcionamiento y organización de la Escuela
-          Planes de estudio y profesores
-          Requisitos de ingreso y alumnado
Posteriormente, en otros Rectorados, hacen el recuento de lo que parecen ser los hitos más importantes en cada uno: integración de la Escuela a la Facultad de Medicina, en uno; los convenios internacionales y el programa de Magíster, en otro; el programa complementario para enfermeras y matronas, en otro y la Licenciatura en Enfermería, en otro.
Incluyen un último capítulo sobre Análisis crítico de los 50 años de la Escuela de Enfermería de la Pontifica Universidad Católica de Chile, para el cual establecen los siguientes temas:
-          Aspectos administrativos
-          Aspectos docentes
-          Profesores
-          Alumnos
-          Aspectos asistenciales
-          Aspectos de investigación
-          Aspectos de extensión
-          Aspectos conceptuales
-          Recomendaciones
-          Proyecciones a futuro
De tal manera, estos se constituyen en los ejes de análisis de toda la trayectoria de la Escuela.
Ana Luisa Velandia, en 2001, establece los siguientes ejes temáticos para hacer el análisis de la educación de enfermería en Bolivia:
-          Dirección de las Escuelas
-          Docentes
-          Orientación del Plan de estudios
-          Requisitos de admisión
-          Duración de los estudios
-          Título concedido
-          Organización de las prácticas
-          Residencia de los estudiantes
-          Participación de hombres
-          Desarrollo de la investigación
-          Cursos de postgrado

Ana Luisa Velandia en 2006 para su libro: La Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia en el Siglo XX, presenta los datos de dos maneras: para una primera parte estableció unas etapas a las cuales asignó un nombre que determina el hito que marca cada etapa y posteriormente desarrolla una serie de temas de importancia capital para el desarrollo de la Facultad:
-          Etapa 1920 – 1937: La Escuela de Comadronas y Enfermeras
-          Etapa 1937 – 1943: La Escuela Nacional de enfermeras
-          Etapa 1943 – 1958: La Escuela Nacional Superior de Enfermeras
-          Etapa 1958 – 1972: Nacimiento y Consolidación de la Facultad de Enfermería
-          Etapa 1972 – 1980: Creación y Desarrollo de los programas de Maestría
-          Etapa 1980 – 1989: Orientación hacia Especializaciones en Enfermería
-          1988. Los nuevos programas de Maestría
-          1992: Un nuevo enfoque para la carrera de enfermería
-          Investigación
-          Publicaciones
-          Los Grupos Académicos
-          Asesorías y Convenios Internacionales
-          Programas de Extensión y Polos de Desarrollo
-          Postgrados Interdisciplinarios
-          La Carrera de Enfermería se ofrece en una segunda sede
-          Nueva Estructura Académico – Administrativa de la Facultad
-          Participación en las organizaciones gremiales
-          Directoras y Decanas entre 1925 y 2004

El análisis de la evolución en el tiempo de varias escuelas de enfermería, puede considerarse una forma de Historia Comparada, pero la metodología utilizada en el proyecto de Historia Comparada, depende de la intención del investigador.

Si queremos hacer una historia comparada como análisis macrocausal, podríamos tomar como punto de partida un fenómeno que consideremos común a varias escuelas de enfermería de la región, como es el caso de la intervención de las organizaciones interamericanas: Fundación Rockefeller y Fundación Kellogg.

Si queremos hacer una historia comparada como demostración paralela de teorías, podríamos utilizar una de las teorías de enfermería o teorías educativas, y utilizarla como fenómeno común sobre el cual hacer la comparación de su aplicación en diferentes escuelas.

Pero si lo que queremos es hacer una historia comparada como contraste de contactos, podríamos hacer la comparación entre escuelas dirigidas por religiosas y escuelas manejadas por enfermeras seglares, para hacer una caracterización de cada uno de estos tipos de escuelas, revelando sus rasgos peculiares.

Este tipo de análisis podemos hacerlo comparando las escuelas de un país,  de una región o del conjunto de países latinoamericanos.

Centrándonos en el punto de los atributos de la comparación, podemos proponer la comparación a través de una pregunta sobre un aspecto o fenómeno considerado crucial  en el funcionamiento de las escuelas de enfermería. Por ejemplo: Cómo era la planta docente? Y a partir de ahí se formularían las hipótesis.

Además del tema de los profesores, hay otros ejes temáticos muy recurrentes en todos los trabajos históricos sobre escuelas de enfermería de América Latina, que pueden constituirse en fenómenos de comparación: la orientación del plan de estudios, la organización académico – administrativa, la caracterización de los estudiantes; para citar algunos.

La estrategia de comparación histórica, puede ser invidualizadora, si queremos establecer un contraste de casos específicos para captar las peculiaridades de cada caso, como en las escuelas religiosas o seglares; universalizadora, si aspiramos a explicar el hecho de que un fenómeno sigue en esencia la misma regla; identificadora de la diferencia, si queremos establecer un principio de variación de un fenómeno mediante el examen de las diferencias;
o globalizadora, cuando se intenta explicar un fenómeno, colocándolo dentro de un sistema e identificando sus relaciones con el sistema como un todo; por ejemplo, la presencia de mujeres en la enfermería.

La historia comparada nos permite debilitar el particularismo, que nos hace ver instituciones peculiares donde no las hay o atribuir a causas exclusivamente locales, fenómenos que tienen causales más generales, porque como dice Alfín Castro, la historia comparada parece un saludable antídoto, sobre el parroquialismo. Sin embargo, paralelamente nos ayuda a satisfacer nuestro interés por la propia identidad.

Sucede algo similar a cuando viajamos a otras regiones del mundo, que podemos tener una mejor percepción de nuestro país o región, valorando nuestras debilidades frente a otros, pero también nuestras fortalezas.

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· História Comparada. Ana Luisa Velandia Mora. In: Oguisso, Taka; Souza Campos, Paulo Fernando; Freitas, Genival Fernandes. Pesquisa em História da Enfermagem. São Paulo: Manole, 2011. Ps. 253-278. ISBN 978-85-204-3212-9

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