Este blog tiene como objetivo compartir intervenciones en eventos académicos que no han sido publicadas antes a texto completo, reflexiones de la autora sobre temas relacionados con la historia y la sociología de enfermería y publicaciones en revistas que todavía no son accesibles en Internet.

sábado, 18 de septiembre de 2010

La Enfermería como un campo de reflexión desde la perspectiva teórica

Por: Ana Luisa Velandia Mora
E. G., L. E., M. A., Ph. D.
Profesor Titular y Emérito
Universidad Nacional de Colombia

X Encuentro Nacional de Estudiantes de Enfermería
Bucaramanga, Agosto 15 a 18 de 1997


Reflexión teórica acerca del objeto; ser, saber y quehacer de la enfermería.

Una ciencia fáctica particular, tal como la bioquímica o la historia social, se caracteriza por tener los siguientes componentes: una comunidad de investigadores, una sociedad que apoya o al menos tolera su actividad, dominio o universo de un discurso, una concepción general o filosófica, un fondo formal o sistema hipotético - deductivo, un fondo específico (colección de datos, hipótesis, teorías y métodos, obtenidos en las ciencias y tecnologías relacionadas), una problemática, un fondo de conocimiento acumulado (histórico), objetivos, una metódica, componentes cambiantes (dinámica), y parientes próximas. (Bunge, 1985)

Por otra parte, considerando la definición que el Diccionario Oxford da de disciplina, como una rama de instrucción o educación, un departamento de aprendizaje del conocimiento (Donaldson y Crowley, 1978), podríamos decir que la enfermería si es una disciplina, ya que ella es una rama del conocimiento que se enseña en facultades o departamentos de universidades o instituciones de educación superior.

Pero para poder actuar con discernimiento, con criterio “profesional”, necesitamos una fuerte argumentación conceptual, trabajar sobre nuestro objeto epistémico, profundizar en las tres dimensiones, cuya comprensión es esencial para el estudio de nuestra identidad: el ser, el saber y el hacer.

El ser se refiere a nuestro Ethos, a su indagación filosófica, al humanismo que tiende a la comprensión de la sociedad en que vivimos; es la “actitud ante la vida o posición existencial dentro de la cual se debe desenvolver el desarrollo disciplinar y de servicios humanos.” (Trujillo, 1986).

El saber (conocer), tiene que ver con la claridad teórica y metodológica; con la disciplina, la cual se refiere al “campo científico en el que se investigan determinados aspectos de la realidad con el propósito de generar, utilizar y difundir el conocimiento.” (Trujillo, 1986).

El hacer (el quehacer), es el ejercicio profesional, que tiene su origen en la prestación de un servicio a la población. Este desempeño ha venido evolucionando simultáneamente con los componentes teóricos e investigativos que configuran una disciplina en desarrollo.

Un aspecto importante a considerar es el hecho de que enfermería tiene tanto aspectos científicos como aspectos afines con las artes; tal vez por ello, se la había considerado como una técnica, pero los esfuerzos que se están haciendo por profundizar en temas como la teoría del conocimiento y el producir teorías y tecnología de enfermería que den solución a los problemas del quehacer diario, nos constituyen en una disciplina profesional.

Al considerar a enfermería como una disciplina profesional su conocimiento debe orientarse a dar sustento y respuesta a las necesidades de la práctica. Si los conocimientos que genera la disciplina no suplen las necesidades de la práctica no habrá un desarrollo coherente y que permita la evolución de la profesión. Sin embargo, la disciplina debe gobernar la práctica clínica en lugar de ser definida por ésta. (Donaldson y Crowley, 1978).

Es aquí donde se necesita tanto a la enfermera que crea la teoría como a la que se desempeña brindando directamente atención, ya que cada una desde su ámbito contribuye al desarrollo de enfermería. Como dice Jacobs (1978), “nadie puede pretender encarnar la totalidad de enfermería: ser practicantes y académicos a la vez, esto sólo se puede lograr colectivamente.”

Ya que el profesional de enfermería se mueve en un campo del conocimiento que le es propio, el cual combina las dimensiones disciplinarias y de prestación de servicios, contextualizadas de acuerdo a una visión humanista de la realidad; esto significa que debemos profundizar en los análisis filosóficos (ontológicos), epistemológicos, metodológicos y de aplicación práctica. (Velandia, 1995,c).

Un aspecto a considerar aquí, es la confusión que se ha tenido entre disciplina profesional y práctica profesional, puesto que la disciplina hace referencia al conocimiento aplicado en una rama específica del saber, y la práctica , es el desempeño y la técnica, es decir el quehacer.

La práctica soluciona problemas del aquí y el ahora del individuo al cual atiende, mientras que la disciplina es más amplia porque entrelaza el pasado, el presente y el futuro mediante un cuerpo de conocimientos que dan argumentos para el desempeño no sólo en el ámbito hospitalario, comunitario, gerencial, educativo e investigativo o en cualquier otro donde la enfermera busque desarrollar ese conocimiento.

La competencia profesional va más allá de lo que se requiere para dar cuidado de salud a un individuo, para la preparación de futuras practicantes y la conducción de investigación sistemática. La competencia comprende por parte del profesional el entender la sociedad con suficiente amplitud para que pueda colocar la práctica dentro de un contexto social y la necesidad de tener habilidades de liderazgo. (Donaldson y Crowley, 1978).

Aquí es oportuno recordar la diferencia que planteó Gramsci (y que luego desarrolló Foucault), entre profesional e intelectual: el primero, el profesional, es quien asume una profesión como la forma de ganarse la vida; el segundo, el intelectual, es quien mira el mundo desde su profesión, y desde ella se compromete con el desarrollo de la sociedad.

Y yo considero que para comprometerse con la profesión, la enfermera no puede quedarse en el marco estrecho de su quehacer profesional, de su área de desempeño, de las funciones que cumple; sino que necesariamente tiene que ir más allá; su compromiso no podrá ser sólo con su grupo profesional, sino también con el usuario de sus servicios y, en general, con la sociedad. (Velandia, 1985)

De hecho, la profesión no es algo que la universidad confiere, ser profesional no tiene que ver sólo con las “credenciales”, ser profesionales es aceptar un compromiso y hacerlo de la mejor manera posible para defender los intereses del usuario de nuestros servicios.

Aquí, tal vez nos ayude la diferenciación entre el Técnico y el Profesional, que hiciera la Dra. Marsha Fowler en su intervención en el XII Coloquio Nacional de Investigación en Enfermería en Mayo de 1995 en Bucaramanga, en esa oportunidad, planteaba ella que el compromiso del técnico es con el cargo que ocupa y el del profesional, lo es con su profesión.

Es por ello, que hoy estamos planteando la necesidad de pasar de la profesionalización al profesionalismo. Entendemos la profesionalización como “el fenómeno de reconocimiento social a las ocupaciones que han logrado o buscan un status profesional” (Rodger, citado por Velandia, 1995, a); y el profesionalismo como una de las formas institucionalizadas de control ocupacional, o como actitudes profesionales o atributos actitudinales, las principales de las cuales serían las siguientes: uso de la organización profesional como principal referente, creer en el servicio público, creer en la autorregulación, poseer un sentido de vocación y tener un sentido de autonomía. (Hall, citado por Velandia, 1995, c).

De tal manera, el profesionalismo tiene más que ver con el concepto de intelectual de Gramsci y de Foucault o con las ideas de desempeño laboral motivante, es decir en el cual se obtengan beneficios psicológicos y no sólo económicos, de Yankelovich (Citado por Velandia, 1995, c), y menos con indicadores de transformación de una ocupación en profesión aceptada socialmente como tal, aun cuando sus miembros no se sientan “realizados” a través de su desempeño.

Esto implica también hacer una historia tanto externalista como internalista de nuestra profesión. La perspectiva externalista o de enfoque sociológico, utiliza categorías de la sociología de las profesiones para organizar la información y establecer relaciones, para entender e incluso arriesgar explicaciones sobre las transformaciones que ocurren en el momento dado y en un contexto determinado. La perspectiva internalista o epistemológica, trabaja sobre la construcción de un tipo de saberes y de práctica, analizando los cambios teóricos y metodológicos que sustentan esos saberes y prácticas de una disciplina o profesión. (Velandia, 1997,a).

Algunos autores se han manifestado últimamente al respecto. Obregón (1993), dice: “En América Latina hacer una historia de los conceptos de las diversas ciencias referida a su construcción y atendiendo a la lógica interna de las teorías resulta impropio, dadas nuestras condiciones. Esta posición metodológica es lo que los historiadores anglosajones de las ciencias han señalado con el nombre de historia internalista. Tampoco se trata de llegar al extremo de hacer una historia externalista, es decir, una historia que señale el contexto económico, social y político del desarrollo de las ciencias (o de las profesiones), pero que olvide el objeto mismo de la historia social de las ciencias, sin tocar para nada el contenido.

Emilio Quevedo entra a terciar en la discusión, y tratando de dirimir este conflicto (COLCIENCIAS, 1993: 220 -222), plantea: “Trabajar en el problema de la construcción de un objeto de estudio es comprender el proceso social de la constitución de modelos explicativos de una realidad. Dicho problema tiene que ser abordado por un equipo multidiscipinario y profesional, en el cual el profesional historiador de la disciplina o profesión que va a ser estudiada debe desempeñar un papel central, pero necesariamente apoyado por los profesionales de las ciencias sociales, para poder encontrar la coherencia entre cada uno de estos problemas y superar así la polémica entre externalismo e internalismo que tiene bloqueado el futuro de diversas disciplinas.” (El subrayado es nuestro.)

Para mí, la historia de la profesionalización de la enfermería tendría más que ver con el enfoque sociológico o perspectiva externalista; y la historia del profesionalismo de la enfermera, se relaciona más con una mirada epistemológica a la evolución de la profesión. (Velandia, 1997,a).


Herencias recibidas por la enfermería colombiana e influencias del contexto.

El análisis de los antecedentes históricos de la profesión de enfermería en Colombia, me permitió establecer cuatro herencias recibidas por tradición:

- La herencia religiosa, es mundial y para algunos la enfermería nació cuando enfermeras seglares fueron ocupando los puestos que la disminución de las congregaciones religiosas fueron dejando vacíos.

- La herencia femenina es muy profunda. Con la llegada en 1873 de las primeras enfermeras religiosas francesas, se cristaliza la influencia femenina en la profesión. La primera carrera que pudieron seguir las mujeres colombianas en la universidad fue la enfermería.

- La herencia militar. La participación de enfermeras colombianas en la Guerra de los Mil Días, posteriormente en la Guerra con el Perú, la creación de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja, el primer grupo de enfermeras que recibió el grado de Tenientes del Ejército, denotan la influencia militar en la enfermería colombiana.

- Las herencias etnográficas en América Latina tienen mucho peso. En Colombia se inicia con los saberes médicos de los grupos nativos, continúa con la influencia española, luego la francesa y posteriormente con la influencia norteamericana.

Estas herencias, aun cuando continúan siendo significativas, se han ido modificando a medida que se transforma la sociedad colombiana y cada vez se hacen menos conscientes.

Larissa Lomnitz (1981), plantea que los elementos principales de la identidad profesional son de dos clases: los primeros son residuales, recogidos de la tradición histórica que puede ser milenaria; y los segundos, son contemporáneos o añadidos en etapas más recientes. (Martínez y otros, 1985).

El matiz más interesante de este enfoque está dado por el análisis de dos temporalidades: una tradicional (residual), que representa el largo plazo; y otra, de mediano y corto plazo, expresada por los elementos añadidos en etapas más recientes, lo cual se relaciona con la idea de la “diversidad de tiempo histórico” de que habla Braudel. (Braudel, 1986).

Adaptando estos planteamientos a nuestro caso de la profesión de enfermería en el país, se ha llamado “herencias recibidas por tradición” al conjunto de elementos residuales de que habla Lomnitz y los elementos llamados por ella añadidos, y que tienen que ver con la influencia recibida del contexto socioeconómico, político y cultural del país, se ha denominado como “contexto del siglo XX”.

Acerca de las herencias recibidas por tradición ya se habló. Respecto a los elementos añadidos por la influencia del contexto socioeconómico, político y cultural de nuestro país, éstos tienen que ver con a) la evolución de conceptos y políticas en cuanto a las prácticas de salud, traducido ello en la prestación de servicios; b) el sistema educativo, tanto general como de educación de la mujer, que ha influído mucho en la medida que la enfermería continúa siendo ejercida mayoritariamente por mujeres; c) el factor del desarrollo científico y tecnológico; d) aspectos legales relacionados con la condición general de las enfermeras como trabajadoras y su organización como gremio; y e) la relación con el extranjero, en un principio de afuera hacia adentro y, posteriormente, de nuestro país hacia el extranjero. (Velandia, 1995, b).

Megatendencias de la Mujer.
“No se trata de que las mujeres se tomen el poder, sino de que, junto con los hombres, expresen todo su potencial sin que ninguno de los sexos sea superior o inferior”, dice Eisler, citado por Aburdene y Naisbitt. (1994).

1. Las mujeres en el trabajo
Ocupaciones con grandes oportunidades para las mujeres: el trabajo anhelado (o su realización personal), directora de una empresa (poder), en el campo de la salud (realización y afecto), en las finanzas (resultados, velocidad), ocupaciones tradicionales: enfermera, secretaria, maestra (viejos valores, renovado respeto), alta ciencia / tecnología (prestigio), en actividades relacionadas con la nutrición (creatividad), en las profesiones liberales clásicas: derecho, medicina (acciones selectas); en ocupaciones hasta ahora dominadas por hombres: bomberos, pilotos, policías, periodistas, constructoras; en las artes y los medios de comunicación.

2. Las mujeres en la religión
Las mujeres del Siglo XX comienzan a revolucionar una de las instituciones mas sexistas en la historia: la religión organizada.

3. Los deportes
La fuerza, la resistencia y la confianza que han adquirido en los deportes destruyen el mito de que las mujeres son el sexo “débil”.

4. Parejas cuyos integrantes trabajan juntos
Aun cuando en el campo científico esto es usual, los años 90 serán el decenio de las parejas empresarias.

5. La moda
Por ser ésta una profesión femenina, los diseñadores deben aceptar que los llamen “modistas”. Lo mismo les pasa a los hombres que estudian enfermería.

6. El renacimiento de la familia
Una cosa es segura, las mujeres son ya una “masa crítica” en la fuerza laboral, y por lo tanto, la familia tradicional, en la que la madre cuida del hogar y el padre es el proveedor, representa un porcentaje cada vez más bajo.

Los años 90 marcarán una nueva fase en la historia de la familia, un verdadero “hito”: la gente comienza a revalorizar y a apreciar de nuevo la importancia de la familia, como centro de afectos y no de prestación de servicios.

7. La menopausia
Las mujeres romperán todos los estereotipos de la menopausia, modernizando y dando nueva vida al arquetipo de la mujer sabia, liberada ya de las responsabilidades familiares, respetada por su conocimiento y experiencia y apreciada como gran recurso humano.

Lo que se ve venir, entonces es, por una parte, un gran desarrollo de la medicina para la mujer adulta; y por otra, la feminización de la atención médica, especialmente en aquellas áreas relacionadas con la nueva concepción de salud, como la atención primaria y la promoción de la salud, donde se toman las primeras decisiones sobre diagnóstico y tratamiento.

8. La mujer en la política
En Colombia en los últimos años ha habido momentos de tener hasta 5 Ministras, pero no sólo en los Ministerios tradicionales, como educación o salud, sino también en otros como Trabajo o Agricultura; y en uno de los más importantes y representativos, el de Relaciones Exteriores, en los dos últimos gobiernos nuestra Canciller ha sido una mujer.

9. El “nuevo despertar de la Diosa”
La Revista Time califica el culto a la Diosa como “el esfuerzo por crear un foco de expresión espiritual centrado en lo femenino.”

10. Las mujeres como activistas sociales
Las mujeres cambian el papel de “voluntarias” mal apreciadas, por el de Activistas en sus comunidades. También han creado una nueva noción del voluntariado, al inducir a las organizaciones de servicio a la comunidad, a establecer ocupaciones significativas y horarios de trabajo que la gente pueda manejar.

11. Las mujeres en el “nuevo orden mundial”
Estos dos autores, a mi parecer, cultores del neoliberalismo, suponen que este “nuevo orden mundial”, entendido por ellos sólo cómo un problema de relaciones políticas y no económicas como en realidad lo es; ofrecerá muchas oportunidades, especialmente políticas a las mujeres. (Aburdene y Naisbitt, 1994, adaptado a la situación colombiana, por Ana Luisa Velandia, Julio de 1997).


Tendencias de la enfermería colombiana.

Utilizaré aquí los ejes de análisis que identifiqué en el análisis sociohistórico del proceso de profesionalización de la enfermería en Colombia: tendencias en la formación de personal de enfermería, en la práctica de enfermería, en el desarrollo científico – tecnológico de la profesión y en su desarrollo gremial. (Velandia, 1995,d).



En la formación de personal de enfermería

Este aparte lo voy a subdividir en tres subtemas: modelos curriculares para la formación de enfermeras, flexibilización de los planes de estudio, formación universitaria para auxiliares de enfermería y desarrollo de la formación de postgrado.

En la década del 80, hubo una conversión paulatina de los programas de nivel tecnológico a programas de licenciatura (profesionales). A mediados de la década (Minsalud, 1989), de los 22 programas existentes, 15 eran ya de nivel universitario, y a comienzos de los noventa, los 20 programas en funcionamiento eran todos de nivel universitario.

Según datos del ICFES de Febrero de 1997, existían 30 programas de pregrado; de éstos 25 están afiliados o en proceso de afiliación a la Asociación Colombiana de Facultades y Escuelas de Enfermería.

ACOFAEN viene trabajando intensamente, en colaboración con el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES) en el desarrollo de un proyecto tendiente a la modernización de los programas de pregrado. (ACOFAEN – ICFES, 1997)

Flexibilización de los planes de estudio

Tanto en el pregrado, por medio de áreas flexibles que incluyen: Electivas, Líneas de Profundización; como en el postgrado por medio de las áreas de énfasis dentro de las cuales puede seleccionar el estudiante.

Incluso ya se piensa en la posibilidad de hacer una Diversificación de Carreras o Títulos: por ejemplo, Enfermera Hospitalaria y Enfermera Comunitaria; lo cual no sería nada nuevo, porque esa posibilidad existió en la Universidad Nacional de Colombia, en 1937, cuando era posible graduarse como Enfermera Hospitalaria o Visitadora Social. (Había en Bogotá una Escuela de Enfermeras Visitadoras). (Velandia, 1995,d).

Formación Universitaria para Auxiliares de Enfermería:

El Programa de Formación Universitaria para Auxiliares de Enfermería, patrocinado por el Ministerio de Salud, según un Taller sobre el tema realizado durante los días 28 y 29 de Abril de 1997, está siendo ofrecido por 14 Unidades Docentes: 12 Universidades de: Antioquia, Cartagena, Cundinamarca, Industrial de Santander, Javeriana, Llanos, Mariana, Norte, Sábana, Sucre, Surcolombiana, Valle; y 2 Fundaciones Universitarias: del Area Andina, de Ciencias de la Salud.

Desarrollo de la formación de postgrado

A mediados de la década de los 80´s existían solo 4 postgrados en la modalidad de Especialización (Cardiorrespiratorio, Salud Mental, Perinatología y Salud Ocupacional) ofrecidos por la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional. Con la Ley 30 de 1992 que da autonomía a las Universidades para abrir postgrados, en 1994, según un Boletín de ACOFAEN ya se ofrecían más de 15, tanto en la modalidad de Especialización como de Maestría, todos dirigidos a profesionales de enfermería.

Según datos del ICFES de Febrero de 1997, existían 30 programas de Pregrado, 20 de Especialización, 5 de Maestría y ninguno de Doctorado.

En el I Semestre de 1997, según información de ACOFAEN (Junio) se ofrecían ya 37 programas: 5 de Maestría y 32 en la modalidad de Especialización, de los cuales 11 son de naturaleza interdisciplinaria, ya que se admiten otros profesionales, diferentes a enfermeras.

Además, desde finales de 1995, a propuesta de la Universidad Nacional, ACOFAEN constituyó la Comisión de Doctorado, que está preparando el ofrecimiento de un programa interinstitucional de Doctorado para Enfermeras, en consorcio entre 5 Facultades: Nacional, Valle, Antioquia, Javeriana e Industrial de Santander. (Velandia, 1997,c).

En la práctica de Enfermería

A mi modo de ver, en Colombia a comienzos del Siglo XX, se pueden observar grandes cambios:

- Del enfoque francés, de la enfermería de la “observación individual”; a la enfermería “administrativa” americana, como apoyo logístico a los médicos, especialmente a los recientemente surgidos “especialistas”.

- Separación de la enfermería y los servicios generales.

- Separación de la enfermería y la medicina.

Un análisis cuantitativo de la fuerza laboral de enfermería, nos muestra:

Que en 1957 las enfermeras (de las cuales no tenemos el número exacto, pero se puede presumir que eran muy pocas, ya que se contaba sólo con 6 Escuelas que producían un promedio de 30 egresos por año), y además estaban concentradas, según datos del Minsalud en las tres principales ciudades del país. (Minsalud, 1970).

A mediados de la década de los 60´s, según el Estudio de Recursos Humanos en Salud (Minsalud, 1970), la relación de enfermeras era de 0.6 por 10.000 habitantes.

En 1972, según el Macrodiagnóstico de Enfermería (Minsalud, 1972), la relación de enfermeras había ascendido a 1.09 por 10.000 habitantes y la de médicos era de 5.0

Según este mismo estudio, la relación de egresos anuales de Enfermera: Auxiliar de Enfermería en 1971, era de 1:7.5 y la composición general del personal de Enfermería, era de 8% de Enfermeras, 42% de Auxiliares de Enfermería y 50% de Ayudantes de Enfermería.

A mediados de la década de los 80´s (Minsalud, 1989), la relación de enfermeras por 10.000 habitantes ya era de 2.2 y la composición del personal de enfermería se había transformado; la proporción de Enfermeras y Auxiliares de Enfermería había ascendido a 13.5% y 57% respectivamente, y la de Ayudantes había descendido a 29%

Pero en 1995, según datos de la Superintendencia Nacional de Salud (Minsalud, 1995), la relación de enfermeras por 10.000 habitantes había ascendido ya a 4.6, en tanto que la de médicos era de 10.0; lo cual significa un aumento considerable de enfermeras, si observamos que en 1972, la relación era apenas de 1.09 enfermera por 5.0 médicos.

Un análisis cualitativo, nos permite identificar algunas tendencias en la práctica de Enfermería. Por ejemplo, en Colombia la política de ampliación de la cobertura de los servicios de salud, la implantación de las estrategias en atención primaria y participación comunitaria, el alto índice de natalidad alcanzado en el país a mediados del decenio del sesenta, y su influencia en la política de salud orientada hacia los programas materno – infantiles; llevaron al fenómeno de la delegación o reasignación de funciones, lo cual produjo una expansión del papel de enfermería.

Como efecto de la práctica rural realizada al final de los programas de pregrado y del establecimiento en 1977 del Año Social Obligatorio, se redujo la concentración de enfermeras en las grandes ciudades y se empezaron a crear más cargos para ellas en los hospitales regionales y locales.

Se observan, además, una serie de cambios significativos en la práctica asistencial de enfermería: un aumento considerable del personal de profesionales dedicado a la asistencia directa y más enfermeras en programas preventivos y en programas que implican trabajo interdisciplinario.

Paralelamente han ido apareciendo nuevas formas de ejercicio profesional como la atención a domicilio y el cuidado en casa, también se han creado instituciones de atención ambulatoria, de permanencia transitoria o de hospitalización, organizadas y atendidas por enfermeras.

Otra fuente de desempeño ha sido la educación sobre el uso de elementos de uso profesional o la venta de éstos. (Velandia, 1995,d).

Un punto importante que hay necesidad de reseñar, es la aprobación (aun cuando con algunos recortes presupuestales), del proyecto que presentaron ACOFAEN y ANEC a la Fundación W. K. Kellogg para participar en el Proyecto Internacional CIE – Kellogg para la Clasificación Internacional de la Práctica de Enfermería (CIPE); en el cual por América Latina, además de Colombia participan también: Brasil, Chile y México.

En el desarrollo científico - tecnológico de enfermería
Una serie de hechos se constituyen en indicadores de este desarrollo:

- Los Coloquios Nacionales de Investigación organizados por la Asociación Colombiana de Facultades de Enfermería - ACOFAEN; el primero de los cuales tuvo lugar a finales de la década del 70 en Bogotá y el XIII en Mayo de 1997 en Medellín.

- En 1988 ACOFAEN organizó el I Coloquio Panamericano de Investigación en Enfermería, cuya V versión tuvo lugar en Venezuela en 1996 y el VI se celebrará en el Brasil en 1998.

- En la década del 80 aparecieron una serie de revistas de enfermería en diferentes Universidades: Nacional, Antioquia, Tunja, Cartagena; las cuales se sumaron a la de la Asociación Nacional de Enfermeras, que se había creado en 1966.

- Los Estudiantes de Enfermería vienen realizando sus Encuentros desde 1988, el X, tuvo lugar a mediados del mes de Agosto de 1997 en la Universidad Industrial de Santander, en Bucaramanga. (Velandia, 1997, d).

- - A medida que fueron apareciendo nuevas áreas de postgrado, se fueron organizando Encuentros de Especialistas, alrededor de los egresados de los respectivos programas.

- Otro hecho significativo es la organización frecuente de Simposios o Seminarios de Actualización por parte de los Departamentos de Enfermería de los Grandes Hospitales o Clínicas Privadas.

- Ultimamente ha sido más frecuente la aparición de libros escritos por enfermeras. Los más recientes son: a comienzos de 1996 el de Historia de la Enfermería en Colombia, de quien esto escribe, y a comienzos de 1997 La Dimensión social de la Práctica de Enfermería, de una enfermera antioqueña, María Consuelo Castrillón.

En el desarrollo gremial de las enfermeras

En 1976 con la promulgación del Decreto 2184 que reglamentó la Ley 87 de 1946, se hizo una actualización interesante de la legislación existente, especialmente en funciones y actividades, que ampliaron el rol de la Enfermera, particularmente en lo relativo a acciones materno - infantiles.

En Febrero de 1996, y gracias a la intervención de una enfermera colombiana que es Representante a la Cámara y ocupa un lugar prominente en la dirección de su partido; se obtuvo la nueva Ley de Enfermería, que actualiza de manera significativa la legislación sobre la práctica profesional de enfermería en Colombia.

La Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia, creada en 1936, continúa creciendo y participando en forma activa en todo lo que tiene que ver con el desarrollo gremial de los profesionales de enfermería.

Por su parte, la Asociación Colombiana de Facultades y Escuelas de Enfermería - ACOFAEN, en 1998 cumple 30 años de fundada y en su historia ha tenido una influencia decisiva en el desarrollo de la educación de enfermería. (Velandia, 1995,d), (Velandia, 1997,c).

El análisis de las perspectivas que se visualizan al realizar el estudio de las tendencias, está fuertemente mediatizado por la nueva legislación (neoliberal) en educación y salud, que se viene dando en todos los países de América Latina; y que en el caso de Colombia, corresponden a la Ley 30 de 1992 que reglamenta la Educación Superior y la Ley 100 de 1993, que crea el nuevo Sistema de Salud y Seguridad Social.

El análisis que viene haciendo el grupo de trabajo de la Organización Panamericana de la Salud sobre “El mercado de trabajo en enfermería en el contexto de las reformas”, seguramente será un elemento de mucha ayuda en las decisiones frente a las nuevas tendencias. (OPS, 1995).


Perspectivas de la enfermería colombiana
- Las enfermeras tendrán mayor conciencia de su profesión.

- Estarán creando empresas> generando trabajo, vendiendo servicios especializados.

- Algunas estarán dedicadas a la investigación.

- Estarán publicando más los resultados de sus investigaciones.

- Las enfermeras estarán mejor pagadas.

- Estarán abriendo nuevas áreas de especialización.

- Estarán trabajando más en comunidades y con familias.

- Como Líderes en grupos interdisciplinarios.

- Habrá una recomposición de las tareas profesionales.

- Tendremos de nuevo: Enfermeras Universitarias, Técnicas y Auxiliares de Enfermería; las universitarias en cargos directivos y las técnicas en asistencia directa.

- Relacionado con el desarrollo de la mujer y la ampliación de su poder en la sociedad, y el cambio en las concepciones “masculinas” de la salud, habrá un resurgimiento del concepto humanista. Tradicionalmente las enfermeras han tenido este enfoque, sino que ahora han encontrado que su “bondad”, “maternalismo” tenía sustento científico.

- Incorporación a la práctica de enfermería de nuevos paradigmas relacionados con las llamadas medicinas “alternativas”.

- Autorregulación y Autocontrol de la profesión: Consejo Técnico Nacional de Enfermería, Tribunal Nacional de Etica en Enfermería, Código de Etica, Unidad de Registro Profesional. (Velandia, 1997,c), (Velandia, 1997,d).

Retos hacia el futuro:
- Hacer presencia en los espacios donde se toman las decisiones

- Superar espacios tradicionales de actuación; hacer presencia en los escenarios de la vida cotidiana.

- Rescatar prácticas históricamente acumuladas (cuidado)

- Salir del feminismo a ultranza – apoyar asociaciones.

- Autoimagen positiva de la profesión

- Ampliar programas de postgrado, especialmente en modalidades "no presenciales”.

- Patrones de Clasificación de la Práctica. (CIPE)

- Investigación sobre práctica de enfermería.

- Intervención “inteligente”

- Bioética y ética de la justicia social.

- Manejo de conflictos y obtención de consenso.

- Modelos teóricos “contextualizados”. (Chompré, 1997, adaptado y complementado para el caso colombiano por Velandia).

Reflexiones finales
- Con demasiada frecuencia se escuchan protestas sobre la baja imagen social de la enfermera; yo desde hace unos diez años, tal vez desde cuando me adentré de manera sistemática en el análisis sociohistórico de la profesión de enfermería, vengo planteando que hay necesidad de partir del hecho de tener una buena autoimagen.

Curtin (1982) habla de un balance decente. Yo, después de diez años de investigación permanente sobre nuestra historia, tengo la misma impresión acerca de la profesión. Hay muchos indicadores de profesionalización (si eso es lo que nos interesa) que sería dispendioso mencionar: formación académica, asociaciones, publicaciones, reglamentación.

Habla también ella de una tradición orgullosa, y en Colombia también la tenemos. De ello hablan las enfermeras colombianas que han descollado en el ámbito nacional e internacional por su práctica altamente profesional, por sus cargos en organizaciones gremiales, por sus cargos en instituciones de salud, de educación y en general relacionadas con el bienestar de las personas.

Realmente, quisiera oír hablar menos de los problemas de la enfermería y más de sus bondades… y lo mismo esperan nuestros estudiantes.

- Por otra parte, me parece que el circunscribir el quehacer profesional a las cuatro áreas de desempeño que tradicionalmente hemos considerado: asistencia, administración, docencia e investigación; reduce el campo de acción de los profesionales de enfermería, es decir, limita su quehacer, y de tal manera va en contra de uno de los principios para el desarrollo profesional, la pluralidad de roles. (Restrepo, 1982).

En mi concepto personal, la enfermera tiene responsabilidades en tres campos de acción unidos en forma inextricable: su ejercicio profesional como en enfermera (así, grande, sin cortapisas), su condición de trabajador de la salud y sus deberes y derechos como ciudadano. (Velandia, 1985), (Velandia, 1995,c).

Yo considero, además, que para comprometerse con la profesión, la enfermera no puede quedarse en el marco estrecho de su quehacer profesional, de su área de desempeño, de las funciones que cumple; si no que necesariamente tiene que ir más allá; su compromiso no podrá ser sólo con su grupo profesional, sino también con el usuario y, en general, con el país. (Velandia, 1985).

- Tenemos que dejar nuestro afán compulsivo por demostrar que somos ciencia. Esto ha hecho menospreciar nuestra condición de profesionales, que es donde radica nuestra fortaleza, y por lo tanto nuestra identidad.

Esto implica otra perspectiva de análisis de la profesión, el profesionalismo. El profesionalismo tiene más que ver con el concepto de “intelectual” de Gramsci y Foucault, o con las ideas sobre el desempeño laboral de Yankelovich, y menos con indicadores de transformación de una ocupación en profesión.

Vale decir, trabajar más por nosotros mismos, por nuestra satisfacción personal y la de los usuarios de nuestros servicios; preocuparnos más por la calidad del cuidado que brindamos. que por el status de la profesión, el vendrá como un efecto de nuestro profesionalismo. (Velandia, 1997, d).


Referencias Bibliográficas

Aburdene, Patricia y Naisbitt, John. (1994), Megatendencias de la mujer, Bogotá: Grupo Editorial Norma.

ACOFAEN – ICFES. Modernización y Modernidad de los Programas de Pregrado en Enfermería. Bogotá, 1997.

Braudel, Fernand. “El tiempo del mundo.” EN: La dinámica del capitalismo. Barcelona: Alianza Editorial, 1986, pp. 96 - 131.

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