Ponencia presentada en el X Seminario Internacional de Cuidado de Enfermería. Facultad de Enfermería, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, Octubre de 2006.
Por: ANA LUISA VELANDIA-MORA
Enfermera General de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana, Licenciada en Enfermería y Magister en Administración de Servicios de la Universidad Nacional de Colombia, Ph. D. en Ciencias Médicas, con énfasis en Salud Pública, del Instituto de Medicina Sanitaria de San Petersburgo, Rusia.
Resumen
Inicialmente, se hace una revisión de algunos aspectos básicos relacionados con la sociología de las profesiones, como el proceso de profesionalización y las características generales de una profesión, según algunos de los autores más conocidos en el tema: Wilensky, Parsons, Freidson, Restrepo, Bunge, Morrell, Muñoz, Turner, Albert, Madden; luego se revisan los autores que desde profesiones específicas han hecho los aportes más significativos al tema de los criterios de profesionalización de la enfermería y de otras profesiones afines: Catherine Hall, Leddy y Pepper, Salazar, Hernández, Trujillo, Bloch y Testa, Mompart. Otro tema central es la identidad profesional, cuyo análisis se traslapa con el anterior a través de autores como Latapí, Lomnitz, Martínez, Collière, Castrillón, Velandia. Finalmente se introduce el tema del profesionalismo apoyándose en autores como Richard Hall, Rodger, Benavent y otros, Pellegrino, Fowler y la misma autora Velandia. Las reflexiones finales giran alrededor de la necesidad de asumir el profesionalismo como una etapa de desarrollo de la profesionalización.
Palabras claves: profesión, indicadores de profesionalización, identidad profesional, enfermería, profesionalismo.
Proceso de profesionalización y características de una profesión
En 1987 cuando estaba preparando el plan de trabajo para mi proyecto de año sabático: Análisis socio histórico del proceso de profesionalización de la enfermería en Colombia, cuyos resultados más tarde fueron publicados bajo el título definido por la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia, como: Historia de la Enfermería en Colombia; uno de los puntos más demandantes fue el proceso para determinar unos ejes de análisis que orientaran la búsqueda de los datos.
Buscando publicaciones de sociólogos de profesiones, me ayudó mucho el escrito de Harold Wilensky: The Professionalization of Everyone?” (Wilensky, 1964:137-157)
En este artículo resume la historia de 18 ocupaciones en Estados Unidos, entre ellas enfermería. Haciendo el recuento del orden de los acontecimientos cruciales o criterios históricos generales en el proceso de profesionalización de una ocupación, lo presenta de la manera que expongo a continuación. En un trabajo de 1992 yo hago el análisis de la forma como se ha dado este proceso en Colombia (Velandia, 1992, a), cuyo resumen presento aquí.
1. El trabajo respectivo se empieza a hacer de tiempo completo por prácticos provenientes necesariamente, de otras disciplinas. Otros autores como Salazar (1965), complementan, que de esta manera se establece una jurisdicción técnica. Yo considero que en Colombia, esto se ve de manera evidente en el Siglo XVII, cuando se encarga de los hospitales de Cartagena y Santafé de Bogotá, a los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios.
2. Los primeros reclutados o el público de clientes ejercen presión para el establecimiento de una escuela de entrenamiento. Fruto inevitable de lo anterior, es un conjunto de personas que se dedican a enseñar en lugar de practicar la ocupación determinada. Yo considero que en Colombia, esto se da a comienzos del Siglo XX en Cartagena y en Santafé de Bogotá. Aquí también Salazar añade, que si no se inicia dentro de la universidad, ésta escuela comienza a hacer conexiones académicas; lo cual se observa en Colombia de manera más evidente, a mediados de la década del 30.
3. Se constituye una asociación profesional. A ella ingresan los que han ejercido presión para lograr el entrenamiento prescrito y los primeros que han recibido ese entrenamiento. Esto va a acompañado por una campaña que tiene como fin diferenciar a los competentes de los incompetentes. En Colombia esto ocurre a mediados de la década del 30 del Siglo XX.
4. Habrá una agitación política con el fin de obtener el apoyo de la ley para la protección del área de la ocupación, o por lo menos se buscará la protección legal del título. Los diplomas se convertirán en armas de batalla. En Colombia durante la década del 40, se expiden una serie de leyes y decretos que establecen las bases legales de la profesión de enfermería.
5. Poco a poco se reúnen en un código formal de ética una serie de reglas para eliminar a los no – calificados, para disminuir la competencia interna y para proteger a los clientes. La enfermería colombiana completa su proceso formal de profesionalización de a caballo entre los siglos XX y XXI con el establecimiento del Código de Ética y su correspondiente legalización.
Finalmente, Wilensky resume el proceso, diciendo: Cualquier ocupación que desee ejercer una autoridad profesional tiene que encontrar una base teórica en que asentar esta autoridad. Esta base le permite: afirmar una jurisdicción exclusiva en el área de acción de la ocupación; unir la habilidad y la jurisdicción con ciertos niveles de entrenamiento; y convencer al público de que sus servicios son de una confiabilidad, por lo menos mayor, que la confiabilidad que se le atribuye al lego en la materia.
Para otros autores, este proceso es todavía más sencillo; y consideran que: Escuela, Asociación y Revista, constituyen el trípode de una profesión. Para Gutiérrez (1982:46-107), la conjunción de tres factores: asociación, revista y escuela, “vienen a determinar lo que en propiedad y sindéresis puede considerarse la estructura de una profesión.”
Para iniciar el recorrido, por los representantes más significativos de la sociología de las profesiones, tal vez sea oportuno, iniciar con Talcott Parsons (Parsons, 1966), (Parsons, 1766), quien habla de dos categorías primarias de profesiones:
1. La erudición misma: entendida como investigación, fomento del saber, transmisión del conocimiento actualizado.
2. La rama aplicada del conocimiento a asuntos prácticos; asimilada a la competencia técnica.
Cada uno de estos grupos tiene intereses que les son propios: en la rama académica prima lo cultural, mientras que en la rama aplicada, prima lo social.
La denominación de cada grupo la determinaría su ejercicio:
- Los que ejercen la rama académica serían los científicos, encargados de institucionalizar las disciplinas a través del complejo universidad – academia.
- Los que ejercen la rama aplicada, es decir, la práctica de las disciplinas, serían los profesionales.
Por consiguiente, el carácter de científico o profesional está dado (más que por el área de conocimientos a que está dedicado alguien), por el rol que éste desempeñe: académico o práctico.
El trabajo temprano de María Cristina Salazar (1965) sobre el proceso de profesionalización en el trabajo social, ya citado, y otros trabajos de la misma autora, sobre reconceptualización del trabajo social (1986) y sobre política y trabajo social (1977), también me apoyaron bastante. Ella hace aportes en diferentes temas que iremos mostrando a través del escrito.
Eliot Freidson (Freidson, 1976), quien ha estudiado mucho la sociología del personal de salud, utiliza cinco criterios para valorar el grado de profesionalización de una ocupación: autonomía, responsabilidad, autoridad, prestigio e identidad; medidas por la diferenciación de sus tareas.
El sociólogo colombiano Gabriel Restrepo (1982:14-28) en su ponencia en el IX Congreso Nacional de Enfermeras, celebrado en Mayo de 1982, ahonda en el análisis de las profesiones y su estructura social y hablando del control social lo define como: “El proceso mediante el cual la sociedad o grupos sociales de ella ejercen presión o coerción sobre individuos o actores sociales para que emitan una conducta ajustada a los códigos o expectativas dominantes, o inversamente, para prevenir o corregir una conducta desviada”.
Hace una diferenciación entre status y rol. Posición o status es la localización objetiva de un actor social en un sistema interactivo. Puede ser adscrito o adquirido: el primero corresponde a una posición que el actor social tiene sin ninguna intervención para lograrla, por ejemplo: ser mujer, haber nacido en determinado lugar. El segundo, corresponde a una posición lograda por intervención personal en un proceso selectivo y competitivo, por ejemplo, ser enfermera, ser directora de unidad académica. El rol es la conducta que la sociedad o grupos de ella esperan que emita quien ocupa esa posición, según los valores y normas, y los estereotipos sociales, y dependiendo de la estratificación social. En las sociedades modernas, caracterizadas por una mayor movilidad, diferenciación y competitividad, los status adquiridos tienen mayor peso; de ahí la importancia de las profesiones, continúa diciendo Restrepo.
El mismo autor, considera que las profesiones tienen una responsabilidad social con el medio, y de cierta manera, nos ayuda con algunos elementos que pueden contribuir a nuestra identidad profesional. Sugiere: a) Elaborar una Historia de la profesión en nuestro medio, que puede servir como ejemplo de adaptaciones exitosas de ejercicio profesional y como expresión de un estilo propio para solucionar nuestros problemas. Esta historia también puede servir de medio de socialización para centrar al profesional en las circunstancias propias de nuestra tradición; b) Lograr la institucionalización de la tolerancia. Una comunidad profesional ha de caracterizarse necesariamente por la pluralidad de roles que pueden ser desempeñados por sus miembros; c) Lograr una formación que por una parte asegure una fundamentación sólida y por otra permita la definición de intereses de acuerdo con los diferentes temperamentos; y d) finalmente, es indispensable examinar sociológicamente el desempeño profesional en las condiciones propias de la realidad colombiana, termina sugiriendo Restrepo.
Mario Bunge (1985), nos dice que una ciencia fáctica particular tal como la bioquímica o la historia social, se caracteriza por tener los siguientes componentes: 1) una comunidad de investigadores, relacionados entre sí por una tradición común y con flujos de información; 2) una sociedad que apoya las actividades, le proporciona los medios o al menos tolera el que agencie dichos medios; 3) el dominio o universo de un discurso, se refiere a aquellas dimensiones cuyo conocimiento y servicio ocupan la atención de la comunidad científica; 4) una concepción general o filosófica, compuesta de una ontología de cosas materiales que cambian conforme a leyes, una gnoseología realista que incluya la noción de verdad como adecuación de las ideas a los hechos y un ethos, es decir una cosmovisión o concepción filosófica del mundo; 5) un fondo formal o sistema hipotético – deductivo, es decir, una colección de teorías y métodos formales; 6) un fondo específico, o colección de datos, hipótesis, teorías y métodos obtenidos en otros campos de investigación; 7) una problemática, referente a la naturaleza de su dominio o universo; 8) un fondo de conocimiento acumulado, obtenido en el campo de conocimientos anteriormente (una historia), 9) los objetivos, y la claridad en sus propósitos, son la brújula que permite rumbos acertados; 10) la metódica, está compuesta de métodos comprobables, analizables, criticables y justificados; 11) un componente cambiante, como resultado de investigaciones y desarrollos en su tecnología, así como en ciencias y tecnologías relacionadas; y 12) parientes próximas, es decir, hay por lo menos otro campo de investigación contiguo, y en la tecnología, existe por lo menos otra tecnología que se traslapa parcialmente con ella.
En un trabajo elaborado en 1989 (Velandia) revisé algunos aspectos de nuestra profesión haciendo relación con las doce condiciones de la ciencia y la tecnología establecidas por Bunge y opinaba: “Con base en lo que hemos venido planteando, el nivel de contribución de las enfermeras colombianas en el proceso de construcción de su identidad de grupo es limitada y puede observarse en la insuficiente participación individual en los asuntos de la comunidad de enfermeras, y en la todavía baja producción de investigaciones, presentaciones y publicaciones”. Las recomendaciones giraban entonces en torno a la toma de conciencia por parte de las enfermeras respecto a su responsabilidad social en el impulso al crecimiento de la propia área o campo de acción e invitaba a impulsar núcleos académicos de avanzada especialmente en universidades, centros de investigación e instituciones de salud, y la aceptación decidida y entusiasta del trabajo interdisciplinario.
Por su parte Morrell (1990), hace un aporte que a mí me sigue pareciendo importante. El plantea que una profesión se define por el hecho de ser una ocupación de tiempo completo, y expone dos características que identificarían a una profesión como tal: adquisición de ciertas características basadas en un conocimiento sistemático, teórico y reservado; y asistencia a un entrenamiento exigente y especializado. A nivel gremial, la profesión se constituye a partir de: procedimientos para medir y certificar la competencia de sus miembros y organizaciones; autorregulación y normatización estatal tendientes a establecer estándares; mantenimiento de una fuerte sensación de identificación corporativa con el ejercicio de un cierto grado de monopolio; adherencia a las normas del altruismo, a pesar de ser servicio remunerado, y, naturalmente, un amplio servicio a los clientes y a la sociedad.
Criterios de profesionalización
Continuando con los autores, que desde la orilla de la enfermería han hecho aportes significativos; la primera que en una época muy temprana trató de establecer unos criterios internos de profesionalización fue Catherine Hall, en 1953. Ella en su ponencia: ¿Quién controla la profesión?, presentada en el Congreso Cuadrienal del CIE, considera que hay doce características principales de una profesión: 1) constituye un servicio a la comunidad, 2) posee un cuerpo de conocimientos que busca acrecentar de continuo, 3) se encarga de preparar las personas que van a desempeñarla, 4) establece sus propias normas, 5) adapta sus servicios a las necesidades que se van presentando, 6) acepta la responsabilidad de proteger al público al cual sirve, 7) trata de utilizar de manera económica (productiva) a las personas que la ejercen, 8) busca el bienestar y la felicidad de de quienes la ejercen, 9) está motivada más por el compromiso con la causa a la cual sirve, que por consideraciones de tipo económico, 10) se ajusta a un código de conducta basado en principios éticos, 11) convoca a la unión de sus miembros con el propósito de alcanzar fines comunes, y 12) se gobierna a sí misma. (Hall, 1986:53-56).
Según Madden en el trabajo para el Consejo Internacional de Enfermeras - CIE (1985), “se llama ocupaciones a los campos principales de trabajo clasificados según diversas características, tales como la preparación, las destrezas y los conocimientos requeridos. Se denomina profesiones a aquellas ocupaciones que poseen una combinación particular de características que, según se entiende por lo general, son la competencia, la autonomía, el compromiso y la responsabilidad”, y citan a Taylor (1968). Estas características determinan un conjunto de conocimientos avanzadas y destrezas, así como un sistema orgánico de valores, elaborado y transmitido mediante una formación académica y una socialización profesional amplias, junto con estructuras profesionales para asegurar el nivel necesario de formación y ejercicio. (Styles, 1982, citado por el CIE (1983).
Otras autoras que por ese entonces, iluminaron mi trabajo, y que creo también han influido en otras enfermeras que han hecho análisis sociológicos de la profesión; fueron Leddy y Pepper (1989), quienes plantean que las categorías para evaluar la calidad de la profesión, están dadas por: 1) características intelectuales, 2) elementos prácticos, 3) servicio a la sociedad, y 4) autonomía.
Las características intelectuales, están compuestas por tres elementos diferentes: un conjunto de conocimientos en el que se fundamenta la práctica de la profesión, educación especializada para transmitir el conjunto de conocimientos y el empleo de los mismos en el pensamiento crítico y creativo. Los elementos prácticos, están relacionados con las habilidades especializadas que son esenciales para el desempeño de una función profesional única. El servicio a la comunidad, que exige integridad y responsabilidad en la práctica ética y un compromiso de toda la vida, que implica no considerar a la enfermería como un trabajo como una manera de ganar el pan, sino como una profesión. La autonomía significa que los practicantes de una profesión controlan sus propias funciones en el ambiente de trabajo; implica independencia, disposición a correr riesgos y responsabilidad de los propios actos, así como autodeterminación y autorregulación.
Identidad profesional
Otros autores que de manera significativa contribuyeron en la definición del esquema conceptual para el análisis socio histórico de la enfermería en Colombia, fueron quienes también ayudaron a María Matilde Martínez (Martínez Benítez, 1985) y otros autores mexicanos que publicaron el libro: “Sociología de una profesión. El caso de enfermería”, en 1985. Me refiero Pablo Latapí (1985:19-42) y Larissa Lomnitz (1981:41-46).
Allí se plantea que los elementos principales de la identidad profesional son de dos clases: los primeros son residuales, recogidos de la tradición histórica, y los segundos, son contemporáneos o añadidos en etapas más recientes.
Yo en mi trabajo, recogí los primeros como Herencias recibidas por la profesión de enfermería en Colombia a comienzos del Siglo XX y los organicé en cuatro categorías: herencia religiosa, herencia femenina, herencia militar y herencia étnica (que en ese momento llamé etnográfica).
Para los segundos se establecieron cuatro categorías o indicadores de profesionalización, los cuales me sirvieron de ejes para el análisis sociohistórico de la profesión de enfermería en Colombia. Estos se habían ido estableciendo a través de varios trabajos previos al libro (Velandia, 1986), (Velandia, 1987), (Velandia, 1990), Velandia, 1992, b), al utilizarlos como ejes de análisis para estudiar la evolución de la profesión de enfermería en Colombia en diferentes ámbitos; y parecen haber orientado a otras colegas colombianas que han estudiado nuestra profesión (Gómez, 2002).
a) La evolución de conceptos y políticas respecto a las prácticas de salud, traducido ello en la prestación de servicios, o práctica de enfermería, a través de cuatro áreas de desempeño profesional: asistencial, administrativa, docente e investigativa.
b) El sistema educativo, tanto general como de educación de la mujer, y dentro de ese contexto, la educación de enfermería.
c) El factor del desarrollo científico – tecnológico de la profesión, utilizando como indicadores del mismo, los que había establecido en 1986 para hacer el análisis de la producción científica de enfermería. Mencionar los principales. (I Coloquio Panamericano de Investigación en Enfermería).
d) La evolución legal y gremial, que analiza la reglamentación ético – legal de la profesión.
Finalmente, en cada etapa revisé la permanencia cultural de las herencias recibidas por tradición y la relación con el extranjero. Y al final del trabajo, me arriesgué a identificar unas tendencias en la evolución de la enfermería en Colombia y a formular unas perspectivas de desarrollo para la misma.
Marie Françoise Collière (1993) en su libro: Promover la vida. De la práctica de las mujeres cuidadoras a los cuidados de enfermería, cuya edición en español salió en 1993 y de manera infortunada para mí, no alcancé a conocer antes de entregar el informe de mi investigación de año sabático; expone que inicialmente se pueden identificar los cuidados en la mujer, luego se identifica una práctica de los cuidados administrados por (mujeres) consagradas y luego se identificaron los cuidados en la (mujer) enfermera – auxiliar del médico, y en este momento se puede hablar de una filiación conventual y luego de una filiación médica, de lo cual surge una valoración social de la enfermería y un valor económico de la enfermería, relacionada con la doble filiación conventual y médica. Esta función de la mujer enfermera – auxiliar del médico, la considera como la base del proceso de profesionalización. (Pág. 94).
Para Collière “la profesión la constituye un grupo de personas que han conseguido un título, un status, mediante una formación, con el fin de ejercer una actividad.”
Ella utiliza este sistema de análisis:
- Razón de ser de la práctica de enfermería
- Naturaleza del trabajo y características del servicio que se ofrece.
- Conocimientos empleados
- Tecnología utilizada
- Investigación (enfoque)
- Publicaciones: prensa profesional
- Repercusiones sociales: imagen social
- Repercusiones económicas (salarios).
Juana Hernández (1995), cita a Esteban Albert: “El desarrollo de una disciplina científica no es sólo el producto de los presupuestos internos de su objeto ni el precipitado natural, espontáneo y súbito de una sistematización de los enunciados internos o de las representaciones de los fenómenos que estudia. Antes que eso, es siempre, o casi siempre, también el producto de una historia y de una práctica profesional”.
El mismo Albert (Hernández, 1995:13-16) dice: “Algunas de las profesiones que han llegado a constituirse como disciplinas con un cuerpo teórico propio no pueden reconocerse epistemológicamente, sin el sentido de su historia como profesión.
Esto implica también hacer una historia tanto externalista como internalista de nuestra profesión. La perspectiva externalista o de enfoque sociológico, utiliza categorías de la sociología de las profesiones para organizar la información y establecer relaciones, para entender e incluso arriesgar explicaciones sobre las transformaciones que ocurren en el momento dado y en un contexto determinado. La perspectiva internalista o epistemológica, trabaja sobre la construcción de un tipo de saberes y de práctica, analizando los cambios teóricos y metodológicos que sustentan esos saberes y prácticas de una disciplina o profesión (Velandia, 1997, a).
La naturaleza disciplinar se caracteriza por la existencia de un núcleo conceptual. El conjunto de conocimientos que configuran este núcleo puede surgir de muy diversas formas. En unos casos, la propia naturaleza y organización de los conocimientos establecen el estatuto epistemológico de las ciencias básicas. En ese caso es la propia naturaleza del conocimiento y su organización lógica la que se impone con evidencia como ciencia.
En otros casos, en cambio, como suele ocurrir en las ciencias aplicadas, técnicas o prácticas, el proceso de configuración científica procede de una manera determinada en gran medida por factores históricos y sociales. Tal es el caso de las profesiones que habiendo tenido un origen práctico y asistemático, han ido organizándose a través de los siglos como una actividad o profesión altamente estructurada, con un amplio campo de conocimientos específicos pertinentes a esa práctica, una metodología precisa y definida y un objeto, material y formal, perfectamente identificable.
En definitiva, la enfermería, continúa diciendo Albert en el prólogo al libro de Juana Hernández, cuenta ya no sólo con unas prácticas asistemáticas y ocasionales, sino con una historia de los cuidados de enfermería que Juana Hernández ha resumido de manera sencilla y didáctica en este manual. El proceso habitual se desarrolla mediante una dinámica que parte de una práctica y una ejercitación ocasional ante necesidades sociales perentorias. Luego, el proceso de organización y desarrollo institucional constituyen su historia, y finalmente, la sistematización de conocimientos y métodos nos sitúa ante una disciplina científica.
Y en ese mismo orden de ideas, Juana Hernández presenta un esquema de la delimitación del objeto específico de la enfermería:
• A través del estudio de su pasado
• A través de la construcción de teorías y modelos
• A través del desarrollo metodológico
• A través del desarrollo tecnológico – instrumental
Una historia y una práctica secular nos proporcionan unos conocimientos en busca de una disciplina que configure una identidad profesional.
Marco Muñoz (1982), considera que en el complejo proceso de definición disciplinaria, se pueden distinguir tres momentos de desarrollo: 1) un periodo de desarrollo investigativo en el cual la disciplina no se ha diferenciado de otras ciencias, profesiones u ocupaciones, que nosotros querríamos denominar Anomia; 2) un periodo en que todavía predomina la indiferenciación, pero en el cual hay una valiosa acumulación de experiencias, que llamaríamos Heteronomia, y 3) un periodo de transición, caracterizado por una continua crisis y una búsqueda de identidad profesional e investigativa, que lleva a un periodo de conformación, caracterizado por aspectos específicos: lenguaje, modelos investigativos, criterios internos de validez, líneas de investigación específicas; que podríamos designar como Autonomia.
Siguiendo los análisis de Turner (1999), podemos decir que el enfoque de profesionalización en la sociología puede descomponerse en dos perspectivas teóricas independientes y diferentes: a) puede verse en términos de acumulación de cualidades, dentro de la cual un ejemplo significativo es el proceso típico que describe Wilensky, por el cual han pasado todas las ocupaciones para llegar a la profesionalización, y el cual fue utilizado por Velandia (1995) como esquema para su “análisis socio histórico de la génesis y evolución de la profesión de enfermería en Colombia durante el Siglo XX”. También se podría ubicar dentro de esta perspectiva, el planteamiento de Bunge, respecto a que una ciencia fáctica particular, se caracteriza por la conjugación de 12 componentes; y b) como algo importante para el ordenamiento social.
Como hemos visto, durante este siglo, y especialmente a partir de la década del 30, en Colombia la enfermería ha venido desarrollando un amplio proceso de profesionalización. Hoy en día, la enfermería tiene una base institucional muy fuerte: sus facultades y escuelas profesionales, su incremento en la formación de profesionales, sus postgrados, sus asociaciones, su legislación, su código de ética. Todo lo anterior hace más fácil hablar de la exclusividad de sus conocimientos.
Ahora bien, hasta aquí hemos venido hablando de profesionalización de las ocupaciones y de indicadores de este proceso social. Ahora, quiero adentrarme un poco más en algunos elementos de la identidad profesional.
Elementos de identidad profesional
Pablo Latapí en un intento por elaborar una interpretación teórica de la relación entre profesiones y sociedad, hace un análisis sociopolítico de las profesiones que aporta elementos que no son tenidos en cuenta por otros representantes de la sociología de las profesiones. Él expresa que las profesiones elaboran una ideología propia que cumple diferentes funciones: a) identidad profesional, b) legitimación profesional, c) inserción social de la profesión y d) función de ocultamiento. Por la especificidad del tema que estamos tratando, revisaremos lo relacionado con la identidad profesional.
Entre los elementos ideológicos de identidad profesional, considerados de carácter residual o recogidos de la tradición histórica, coloca: 1) una ética laboral, que considera el trabajo como la realización de una “vocación” personal. Esta ética es diferente de la del empresario, que ve en el trabajo el medio para acumular capital; 2) un ideal de servicio universal, por el que el profesional debe estar al servicio de todas las clases sociales; 3) una versión secularizada, pero de fondo religioso, del concepto de que el rango social impone obligaciones a la vez que justifica derechos: “La nobleza obliga”; 4) una jerarquía entre el trabajo culto y el trabajo manual o “servil” que, en nuestra tradición se puede asociar con los valores del “hidalgo español”, digno aunque pobre.
Sobre estos elementos ideológicos residuales se han añadido otros para configurar la ideología contemporánea de las profesiones: 1) el prestigio de la profesión, basado en los elementos fundamentales de la ideología burguesa dominante, radicalmente individualista: el individuo es el propietario de sus facultades y habilidades, lo que logra es por su esfuerzo y mérito, todo lo que adquiere lo convierte en atributo de su persona, en la competencia vence el mejor, etc.; 2) la competencia profesional, considerada asimismo como propiedad individual; 3) el ideal de servicio, traducido en una obligación moral y en un código ético; 4) el concepto de mercado libre de necesidades y servicios, en el que por leyes “naturales” triunfa el mejor; y 5) la autonomía de la profesión como tal, dada la capacidad de autorregularse y la responsabilidad moral de los profesionales.
Esta ideología, orienta a todas las profesiones y les da identidad. Independientemente de la diversidad de situaciones laborales en que se ejerzan, se tiende a asemejar éstas al ejercicio profesional liberal, que es el prototipo de donde emana esta ideología común. La ideología compartida cohesiona al grupo profesional que constituye así un grupo de interés con valores y normas comunes. El gremio profesional se percibe a sí mismo como una “compañía de pares”, no obstante la jerarquización interna de sus miembros.
Richard Hall en un trabajo de 1967, citado por Bocáz y otros, nos dice que las dimensiones actitudinales del profesionalismo, serían las siguientes: uso de la organización profesional como principal referente, creer en el servicio público, creer en la autorregulación, poseer un sentido de vocación y tener un sentido de autonomía.
La identidad de nuestra comunidad profesional, nos dice Trujillo (1986), refiriéndose a la terapia ocupacional; es entendida como la claridad que como grupo humano se tiene respecto a qué somos, cuáles son nuestros elementos constitutivos, como concebimos la realidad, qué acciones y comportamientos estamos en capacidad de aprender, de qué manera podemos influir y colaborar para la transformación social y cuál es la influencia científica, ideológica, económica y de costumbres y valores sociales que recibimos; de tal manera, la identidad profesional se conseguirá en la medida en que el gremio de las enfermeras promueva e intervenga en la reflexión y toma de decisiones sobre las cuestiones que le competen.
Turner al analizar el concepto de profesión, presenta los autores, especialmente sociólogos, que le asignan a la misma una función de carácter ético. Durkheim y sus seguidores, quienes consideran que las profesiones representan la institucionalización de valores altruistas; Weber, quien introduce el concepto de vocación, al decir: “un compromiso con la ética de responsabilidades era una motivación adecuada para alguien que tuviese vocación”; Manheim, quien planteaba que el carácter independiente del trabajo intelectual es su principal garantía de objetividad en un mundo de conocimiento relativista.
Parsons, quien se puede considerar como representante de esta tradición, hace énfasis en el carácter ético de la profesión, su servicio al individuo y sus bases en el conocimiento científico. Esta manera de ver las profesiones se refleja en otros autores como Wilensky (1964) y Salazar (1965), los cuales se pueden resumir en dos elementos característicos de una profesión: a) el de ser un oficio técnico, que incluye la especialización, la aplicación de la teoría, la transferencia de habilidades y quizás, la estabilidad en el empleo; y b) el elemento normativo, un conjunto de normas que apoyan y modifican las relaciones del profesional con el cliente y entre colegas; lo cual se aúna a la regla por excelencia que caracteriza a toda profesión, que es el “ideal de servicio”. “Haga todo lo que pueda para mantener estándares profesionales de trabajo” y “Esté consciente de la competencia limitada de su propia especialización dentro de la profesión”; son dos normas que parecen estar bien desarrolladas.
Carlos Bloch y Mario Testa (1987) al hablar de Estado y Salud, hacen un análisis de la profesión médica, que es aplicable a otras profesiones del área de salud. Plantean la función del médico como profesional y la función social de la profesión médica.
Para el conocimiento común, profesional es el que conoce bien su trabajo y lo desempeña correctamente, cualquiera sea el procedimiento mediante el cual ha adquirido el conocimiento que posee. El conocimiento científico de la práctica profesional no hace más que destacar, con la manera enfática de los lenguajes especializados, lo que el conocimiento común ya había identificado como el desempeño correcto de las tareas de una determinada práctica. Desempeño correcto, entendido ahora científicamente, es el que se ajusta a normas impersonales, que no tienen que ver con los deseos, preferencias o intenciones del sujeto que realiza la práctica, sino con las características del objeto sobre el cual la realiza: alejamiento de la subjetividad, para aproximarse a la objetividad de la situación. De la misma manera, el conocimiento científico acerca del saber de la práctica profesional, lo hace depender de una especial adquisición, no sólo del conocimiento de la práctica, sino también de la teoría que la sustenta. La práctica profesional, entonces, desde este punto de vista de Bloch y Testa, es “la práctica de una teoría científica”.
Por otra parte, el médico (y cualquier profesional), cumple dos funciones en el desempeño de sus tareas: una función profesional y una función social. La función social de cualquier profesional es también el resultado de su práctica cotidiana, pero la diferencia que existe con la anterior es que el profesional, generalmente no ha recibido una formación para realizarla. Es una función que con frecuencia, el profesional cumple sin ser consciente de ello.
María Consuelo Castrillón, en su artículo: “La práctica de enfermería como objeto de estudio (1992), considera que la identidad profesional se refiere a la relación que establece el profesional con la sociedad, y que ella comprende tanto una propuesta o perfil académico como una respuesta o perfil ocupacional. Y determina la identidad profesional, por: la división social del trabajo, el papel de la mujer desde el punto de vista sociocultural, el nivel de organización alcanzado por el grupo, la solidaridad, el respeto, y la responsabilidad profesional con los usuarios del trabajo y con la profesión misma.
Aquí plantea que toda práctica profesional se define socialmente por: el dominio de un campo específico de conocimientos, los espacios ocupaciones asignados para su intervención y la construcción de una identidad y una ética profesionales. Y para estudiarla, se la debe contextualizar en el cuidado, que es su función social y en el papel que le ha asignado la sociedad a la condición femenina.
La misma autora, en su libro: Dimensión social de la práctica de enfermería (1997), en el capítulo sobre reflexiones sociológicas acerca de la enfermería, dedica un aparte a la construcción de identidad profesional, la cual cree que “es un proceso complejo, caracterizado por una forma de individualización inserta en una red de pertenencias”. Allí, citando a María Teresa Uribe (1992), dice que el ethos sociocultural da sentido a las acciones de los sujetos, los grupos, las asociaciones, las clases, los pueblos y las naciones. Es en el ethos sociocultural y en sus expresiones discursivas donde se desarrollan los procesos de identidad y expresión social, y donde arraigan la moral la ética.
Al reflexionar sobre la profesión, opina que ha habido algunos aspectos que han contribuido a la falta de identidad profesional. Tomándolos de manera positiva, yo los consideraría como orientaciones para la construcción de nuestra identidad:
- Conocimiento de la historia de la profesión
- Reconocimiento de su campo discursivo
- Estabilidad del perfil profesional, entendido como el hecho de que no haya cambios frecuentes en él.
- Testimonio escrito
- Organización gremial y participación política
Benavent, Ferrer y Francisco del Rey (2003), citando a Martín – Moreno y de Miguel (1982) ponen de manifiesto que una profesión se profesionaliza a medida que se institucionaliza y lo hace por medio de dos mecanismos: la licencia y el mandado.
La Licencia acredita la capacitación a través de la titulación para su ejercicio, y el mandato consiste en la definición de deberes con relación a los clientes, que se materializan en un código de ética, definición de estatutos y derecho de remuneración por sus servicios.
La retribución tiene un significado dentro de la propia profesión que se relaciona con la asunción de una serie de responsabilidades, que se ponen de manifiesto en la responsabilidad de ofrecer un servicio específico protegiendo a sus clientes con el respeto a su código de ética. La retribución por la práctica enfermera está ligada a la secularización de la enfermería.
Mari Paz Mompart, citada por Benavent et al, analiza los aspectos que definen a la profesión en función de su impacto social. La posición de la profesión es determinada por aspectos internos y externos. Entre los internos incluye la competencia profesional, el servicio a la sociedad y la autonomía profesional; como componentes externos señala el liderazgo, la cohesión grupal y los valores éticos.
Pellegrino (1986), en su artículo: ¿Qué es una profesión?, opina que el término profesión se ha estropeado mucho, porque las personas que hacen un trabajo para subsistir, establecen algún estándar de comportamiento o trabajan tiempo completo en una ocupación, se denominan así mismas “profesionales”.
En algunos trabajos anteriores, he venido planteando la necesidad de pasar de la profesionalización al profesionalismo, y hoy quiero argumentar un poco más al respecto.
Pellegrino considera que el profesionalismo y la profesionalización pueden contribuir al logro de metas útiles para la sociedad si mejoran la calidad de los servicios o inculcan un sentido de orgullo y moral en quienes los prestan. “Menos admirablemente, pueden servir simplemente como escalones para alcanzar un status social mayor y mejores sueldos, o simplemente para mantener un monopolio exclusivo de la educación y el ejercicio”.
Turner plantea que los sociólogos al considerar que, independientemente de un grupo profesional exhibiese o no los atributos del altruismo social, su competencia social, su responsabilidad social y servicio al cliente dependerían del grado de profesionalización total de dicho grupo. De esta manera, era posible que los sociólogos “consideraran las desviaciones del ideal de profesionalismo como consecuencias de la falta de profesionalización, entendida como proceso de cambio ocupacional”.
Reflexiones Finales
En mi concepto personal, la enfermera tiene responsabilidades en tres campos de acción unidos en forma inextricable: su ejercicio profesional como ENFERMERA (así, grande, sin cortapisas), su condición de trabajador de la salud y sus deberes y derechos como ciudadano.
Yo considero, además, que para comprometerse con la profesión, la enfermera no puede quedarse en el marco estrecho de su quehacer profesional, de su área de desempeño, de las funciones que cumple; si no que necesariamente tiene que ir más allá; su compromiso no podrá ser sólo con su grupo profesional, sino también con el usuario y, en general, con el país (Velandia, 1985).
Tenemos que dejar nuestro afán compulsivo por demostrar que somos ciencia. Esto ha hecho menospreciar nuestra condición de profesionales, que es donde radica nuestra fortaleza, y por lo tanto nuestra identidad.
De hecho, la profesión no es algo que la universidad confiere, ser profesional no tiene que ver sólo con las “credenciales”, ser profesionales es aceptar un compromiso y hacerlo de la mejor manera posible para defender los intereses del usuario de nuestros servicios.
Es oportuno recordar la diferencia que planteó Gramsci (y que luego desarrolló Foucault), entre profesional e intelectual: el primero, el profesional, es quien asume una profesión como la forma de ganarse la vida; el segundo, el intelectual, es quien mira el mundo desde su profesión, y desde ella se compromete con el desarrollo de la sociedad.
Aquí, tal vez nos ayuden algunos conceptos de la Dra. Marsha Fowler (1990), y en especial la diferenciación entre el Técnico y el Profesional, que hiciera en su intervención en el XII Coloquio Nacional de Investigación en Enfermería en Mayo de 1995 en Bucaramanga, en esa oportunidad, planteaba ella que el compromiso del técnico es con el cargo que ocupa y el del profesional, lo es con su profesión.
Es por ello, que hoy estamos planteando de nuevo, la necesidad de pasar de la profesionalización al profesionalismo. Entendiendo la profesionalización como Rodger (1985), (citado por Velandia, 1995:125-131): “el fenómeno de reconocimiento social a las ocupaciones que han logrado o buscan un status profesional”; y el profesionalismo, según Richard Hall, ya mencionado, como una de las formas institucionalizadas de control ocupacional, o como actitudes profesionales o atributos actitudinales, algunas de las cuales serían las siguientes: uso de la organización profesional como principal referente, creer en el servicio público, creer en la autorregulación, poseer un sentido de vocación y tener un sentido de autonomía.
De tal manera, el profesionalismo tiene más que ver con el concepto de intelectual de Gramsci y de Foucault o con las ideas de desempeño laboral motivante de Yankelovich (citado por Velandia al hacer un análisis crítico de las áreas de desempeño de la enfermería), es decir en el cual se obtengan beneficios psicológicos y no sólo económicos, y menos con indicadores fríos de transformación de una ocupación en profesión aceptada socialmente como tal, aun cuando sus miembros no se sientan “realizados” a través de su desempeño.
Vale decir, trabajar más por nosotros mismos como seres humanos, por nuestra satisfacción personal y la de los usuarios de nuestros servicios; preocuparnos más por la calidad del cuidado que brindamos, que por el status de la profesión, el vendrá como un efecto de nuestro profesionalismo (Velandia, 1997, b)
El siglo XX fue el siglo de la profesionalización de la enfermería, el siglo XXI debe ser el siglo que selle el profesionalismo de nuestras intervenciones.
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muy bueno el material
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